Agencias/BBC News Mundo/Estados Unidos

Phoenix es la ciudad más mortífera por calor de Estados Unidos. Y esa realidad es un cóctel (molotov) con varios ingredientes.

El obvio es que la capital de Arizona está ubicada a las puertas del desierto de Sonora, un gigante de arena y sahuaros que se desparrama a los dos lados de la frontera.

Lo otro innegable es el cambio climático. La evidencia científica respalda que el fenómeno generado por los humanos nos regala, entre otras cosas, veranos cada vez más cálidos y eventos meteorológicos extremos más frecuentes.

Y el condimento especial lo constituye un efecto que hace que por momentos sea una ínsula de cemento y asfalto más caliente que la árida vastedad circundante.

“Estamos en medio del desierto y en un desierto siempre hace calor, pero el efecto isla urbana lo hace aún peor”, le constata a BBC Mundo Melissa Guardaro, investigadora de la Escuela de Sostenibilidad de la Universidad Estatal de Arizona y experta en políticas para la mitigación y adaptación al calor extremo.

EL “EFECTO ISLA URBANA DE CALOR”

La Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés) lo define como el fenómeno en el que un centro urbano se vuelve más caliente que la periferia.

En una urbe de más de un millón de habitantes la temperatura media del aire puede ser de 1 a 12 °C más elevada que en una zona menos urbanizada de los alrededores, explica la agencia.

Y es precisamente lo que ocurre con Phoenix —con 1,6 millones de habitantes, hasta 4,4 millones en su área metropolitana—, le confirma a BBC Mundo David Hondula, el director de la Oficina de Respuesta y Mitigación del Calor de la ciudad, pionera en EE.UU. y cuyo ejemplo han seguido Miami y Los Ángeles.

“Las temperaturas nocturnas de la ciudad han aumentado de tres a cuatro veces más rápido que las diurnas desde mediados del siglo XX, y eso es una señal y una consecuencia muy clara y fuerte de la urbanización”, prosigue.

“Y es que hablamos del clima como algo misterioso y ambiguo que viene del cielo, pero también es algo que modificamos (a nivel local) con la forma en la que estamos pavimentando nuestras calles”, añade. “La urbanización, de hecho, es una parte crítica de la cuestión”.

Los entornos naturales son muy eficientes a la hora de eliminar el calor que genera la radiación solar. Se debe un proceso llamado evapotranspiración, por medio del cual el agua líquida contenida en la superficie de la Tierra regresa a la atmósfera en forma de vapor. Es como si la piel del planeta sudara.

Los árboles y otra vegetación son los responsables de ello. Y hasta los matorrales del desierto son capaces de refrescar su entorno, especialmente durante la noche.

Por el contrario, todo lo que caracteriza un ambiente urbano —altísimos edificios de cristas, industria bulliciosa, vastas extensiones de hormigón y asfalto— absorbe y amplifica el calor del sol.

Con una imparable urbanización durante décadas, en Phoenix no solo se ha perdido la capacidad de enfriamiento, sino que se empeoró el problema.

Y es que el calor queda atrapado entre los edificios más altos, es absorbido por el asfalto y retenido durante horas tras la puesta de sol, lo que hace que las altas temperaturas diurnas se prolonguen hasta la noche.

La actividad humana, como la de las fábricas, el tráfico, incluso el uso del aire acondicionado, también produce un calor residual que empeora el efecto.

Según el Servicio Nacional de Meteorología (NWS, por sus siglas en inglés), la temperatura media de julio en Phoenix fue de 34,9 °C (94,8 °F) y la máxima de 41,2 °C (106,2 °F).

Aunque lejos de lo que marcó el termómetro el día más caluroso jamás registrado (50 °C, 122 °F, en junio de 1990), dos o tres días consecutives con más de 90 °F se considera una ola de calor extremo.

“Y anticipamos que las temperaturas continúen por encima de lo normal en los siguientes meses, tal como lo hemos visto en con los anteriores, hasta bien entrado el otoño”, le dice a BBC Mundo Tom Frieders, meteorólogo del NWS en Phoenix.

This div height required for enabling the sticky sidebar