Puerto Vallarta enfrenta un desastre que exige la unidad

El paso del huracán “Lidia” -que tocó tierra con categoría 4 por la tarde-noche del pasado martes en Las Peñitas, Tomatlán, a unos 55 kilómetros al sur-suroeste de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas- volvió a poner a muchos incrédulos en su lugar.

Se trata de personas que en cada oportunidad que tienen desestiman los pronósticos, indicaciones y recomendaciones de las autoridades cada vez que se aproxima un fenómeno meteorológico de esta naturaleza.

Es gente que desestima y desacredita cada pronóstico de mal tiempo, escudándose en el “siempre dicen lo mismo y nunca pasa nada”, especialmente cuando las previsiones son de viento, lluvia y alto oleaje en la bahía de Banderas.

Esas voces las volvimos a escuchar horas antes de que Lidia tocara tierra en la costa norte de Jalisco, pasadas las 6 de la tarde; por supuesto que también las escuchamos antes de que comenzaran a sentirse los efectos destructivos del huracán con un fuerte viento y abundante lluvia que, al final, provocaron una serie de daños y afectaciones en empresas, negocios, locales, plazas comerciales, parques, calles y avenidas.

Esas voces nunca imaginaron que, ahora sí, las afectaciones serían mucho más serias, al provocar fallas en una parte de la infraestructura eléctrica en la región y el suministro de agua potable, amén de la caída del sistema de telefonía celular e internet, que dejó incomunicados a miles de habitantes y turistas en Puerto Vallarta y Bahía de Banderas.

Los daños y las afectaciones que dejaron el fuerte viento y la lluvia fueron calificados como menores, pero a más de 48 horas del paso del huracán miles de habitantes en las colonias de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas siguen sin luz y agua, además de que en otras zonas los cortes de energía eléctrica siguen siendo intermitentes.

No entendemos cómo es que esas personas no comprenden y no aprenden que las medidas de prevención y seguridad son indispensables y necesarias para prevenir accidentes y hasta tragedias en la calle y en la casa.

Hoy, a solo unos días de cumplirse 21 años del paso del huracán Kenna frente a la bahía de Banderas el próximo 25 de octubre, la naturaleza se vuelve a hacer presente en esta región para recordarnos que la prevención es una obligación inevitable de todos quienes habitamos en esta región del occidente del país, pase o no pase nada, como ha sucedido en estas últimas dos décadas.

Hay que decir que en los últimos 30 años no habíamos visto y mucho menos vivido un escenario como el que se presentó con el huracán Lidia el pasado martes. Y es que el fuerte viento y la abundante lluvia violentaron el panorama. Parecía de película cómo corría el viento por las calles y avenidas, cómo silbaba en puertas y ventanas, doblegando palmeras, derribando árboles, postes y cables, volando láminas, tejas, paneles y tirando cercas y mallas. Fue mucho en tan pocas horas.

Si con los daños y afectaciones provocadas por la influencia de Lidia en la región no entendemos, entonces estaremos condenados a seguir sufriendo los embates de la naturaleza y a solo mirar cómo nos destruye, para luego reconstruir una y otra vez en el cuento de nunca acabar.

Anoche mismo, el panorama para Puerto Vallarta se complicó aún más, al desbordarse ríos, arroyos, canales y venas de agua como consecuencia de la tormenta de este jueves y la abundante bajada de agua desde la montaña de esta región occidental del estado de Jalisco.

Otra vez nos sorprendió, son dramáticas las escenas vistas en redes sociales cuando la fuerte corriente fue capaz de llevarse automóviles, inundar calles y avenidas.

La ciudad enfrenta un verdadero caos, es un desastre sin luz, agua y telefonía, con inundaciones, daños y, para colmo, el centro de la ciudad y la Zona Romántica a oscuras, con negocios cerrados por la falta de energía eléctrica, con pérdidas económicas en hoteles y empresas. Es un escenario que jamás vimos venir.

Es la hora de reconocer que nos hemos equivocado, que debemos ser más previsores, tanto autoridades como empresarios y ciudadanía en general. Señalar culpables en estos momentos es ocioso, lo mejor será cerrar filas y ponernos a trabajar todos juntos para sacar adelante a Puerto Vallarta, que hoy más que nunca nos necesita unidos.