TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

En los últimos días me ha tocado observar cuán fácil es perder el objetivo de hacer o dejar de hacer tal o cual cosa y perder el foco principal de lo que se quiere resolver. Ante semejante descontrol se pierden las oportunidades de tomar buenas decisiones para solucionar el problema. La pregunta viene a colación porque los detalles si marcan una diferencia, pero no se puede perder de vista el objeto y empezar a divagar en la periferia de los hechos sin jamás acercarnos al centro.

Muchas veces, por no decir que más frecuente de lo que quisiéramos, nosotros mismos ocultamos la verdad tras un velo protector para no llegar al fondo de las cosas. Sea por temor a encontrar lo que no nos gusta, por tener falsas expectativas, por soberbia o simplemente por tener la ilusión de que algo mágico suceda no asumimos la responsabilidad de decidir correctamente.

Bajo esas circunstancias será difícil acceder a la mejor solución y habrá que plantear bien el problema desde el inicio para saber cómo abordarlo.

Hace algún tiempo me pidieron dar una plática sobre la toma de decisiones para pequeños emprendedores y les ponía entre otros casos, el ejemplo de la cafetera.

Como integrante del patronato de la Biblioteca Los Mangos en Vallarta, buscábamos medios para allegar fondos -que todavía los seguimos haciendo y después de la pandemia de manera un poco más desesperada- pero en aquel entonces queríamos empezar a vender café.

Alguien del patronato dijo yo puedo conseguir donada una cafetera grande y todos nos quedamos muy contentos con tal afirmación. La cafetera que costaba como 2 mil pesos, llegó finalmente después de 6 meses. El primer mes vendimos 4 mil pesos de café lo que significó que dejamos de vender aproximadamente 24 mil pesos en esos 180 días de espera.

Por un concepto mal entendido nos fuimos con la palabra ahorro. El objetivo no era ahorrar, sino obtener dinero. Sobre todo, con una inversión tan menor que bien habríamos podido enfrentar desde un inicio.

Ejemplos de perder el objetivo, plantear mal un problema sobran en el mundo. Hay casos muy conocidos como el de la Kodak y la IBM que aferrados a sus patrones tecnológicos no vieron venir la modernidad, rechazaron atractivas ofertas para dar el gran salto y no quedarse fuera de las tendencias del mercado como les sucedió.

En la vida diaria tenemos muchos ejemplos. Padres de familia que para ganarse el amor de sus hijos les dan costosos regalos en lugar de dedicarles tiempo. Irnos con la finta y comprar un par de zapatos por su apariencia y no por su comodidad.

Pasarnos un alto para ahorrarnos segundos con el riesgo de provocar tremendo accidente. Ganar dinero de la manera más fácil con inversiones maravillosas o ir con el doctor más barato y no con el especialista.

Entre los casos más célebres y trágicos de lo que es perder el objetivo sobresale el caso del Titanic. Por la soberbia de considerar que habían construido la nave más perfecta del mundo, nunca consideraron el riesgo de los icebergs. Tampoco pusieron los botes salvavidas necesarios para ahorrarse ese gasto porque “she is unsinkable”.

Es realmente grave no abordar los problemas desde un pensamiento crítico y razonado. La violencia que pasa en México está rebasando nuestra capacidad para decidir. No es fácil su solución, pero es claro que no se está abordando el problema bajo una óptica realista. La ola criminal sigue en aumento es una amenaza para la seguridad nacional para la economía de cada uno de los mexicanos, para la inversión, para la salud. En resumidas cuentas, para la estabilidad del país.

Desde sacarnos una ampolla por comprar el zapato inadecuado hasta perder enormes cantidades de dinero, perder el amor de los hijos, la vida o a un país, son consecuencias indiscutibles de no querer reconocer la realidad del problema y de tomar las peores decisiones.

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