TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Acudí a una exposición de Joao Rodríguez en la Oficina de Proyectos Culturales (OPC) en el Centro de Vallarta.  Un peculiar viaje del artista hacia los caminos del interior que surgió durante el año y medio de encierro por la intromisión del Covid-19 en las sociedades de todo el planeta.

Un caminar en círculos que sitúa al espectador a imaginar cómo sería seguir ese trayecto concéntrico que el artista realizó a pulso con la precisión de un reloj suizo sin cruzar línea alguna y mantener una secuencia equidistante entre trazos sin despegar la gurbia. Un reto que exigía control del cuerpo, la mano y la mirada, sin permitirse ni el más ligero parpadeo.

El propio autor de “Panóptico; Caminar en círculos” nos comentaba que inspirado en la obra de Davis Birks, para su trabajo requirió realizar ejercicios especiales de respiración para no flaquear y echar abajo el proceso creativo de plasmar figuras geométricas que van marcando el camino hacia espacios inexplorados mediante las técnicas de la pintura y el grabado.

Las inauguraciones en la OPC bajo la acertada dirección de Pilar Pérez, que culminan con un brindis en el muy cuidado jardín, son también momento para compartir y convivir con músicos, artistas, chefs, pescadores, estudiantes, arquitectos, galeros, poetas, empresarios y gestores culturales.

Moradores de una ciudad que lucha por hacerse notar que más allá del turismo per se, hay todo un movimiento cultural dinámico y vibrante que trae proyectos que dejen semilla, planteen inquietudes, reflejen realidades que hay que atender antes que la balanza pierda su equilibrio entre sociedad, cultura, desarrollo, salud, economía y medio ambiente.

Saludamos a Javiera Pintocanales la artista chilena radicada en Vallarta, que realiza con otros artistas una fe de erratas, una corrección y anexo para incluir en la literatura del arte que han ignorado de manera sistemática la presencia de las mujeres en el arte.

Ente los presentes entramos en terrenos desconocidos de la arqueología de la región al compartir con el Puin Morales su opinión sobre la posibilidad de descubrir restos de culturas de más de 3. 4 mil años de antigüedad que habitaron cerca de los esteros y que tal vez se encuentren a más de ocho metros de profundidad como consecuencia de muchos años de trabajos de campo en zonas del occidente del país. Siempre el explorar hacia las profundidades traerá sorpresas.

Otro de los visitantes al compartir con el artista jalisciense, afirmó que el pensar profundo trae conflicto porque se vive de manera constante en un mundo de interrogantes en los que la duda está siempre presente.

Considero que la duda no siempre viene por ver las ambigüedades, coincidencias, similitudes o diferencias en cada aspecto o situación de la vida. Hurgar en el pasado puede resucitar estados de ánimo no imaginados de éxtasis, nostalgia, dolor o alegría.

Una amiga ya fallecida decía que envidiaba a las personas que eran felices con leer un “Vanidades”, aseveraba que esa gente no tenía preocupación más allá de vivir en la trivialidad y rodearse de lujos y mimos.

No dudo que a todos en algún momento nos llega el momento de la reflexión. Sea porque la vida nos plantea dificultades, porque ha llegado la soledad, porque las cosas ya no caminaron como eran, por enfermedad seria o terminal, porque nos atacó algo impensado más allá de nuestro control como la susodicha pandemia se viven momentos donde afloran cargas negativas que deben salir a flote para transformarlas en algo útil, aunque sea para uno mismo; o, recuerdos maravillosos que dejan una sonrisa de agradecimiento por haber vivido esos instantes de privilegio que nos abrieron ventanas múltiples para enfrentar la vida con más más entusiasmo y optimismo.

Como lo dijera Eduardo Caccia en alguna ocasión, todos somos arqueólogos de nuestra propia infancia.  Nos gusta escarbar en la memoria para tomar aire y seguir avanzando, aunque otros de pensar profundo tengan que ejercitarse para tomar aire durante la realización de obras de gran creatividad como el caso de Joao, el punto es que siempre resulta maravilloso poder ingresar en ese territorio desconocido donde se almacenan los recuerdos y las vivencias.

Esa tal vez sea una de las sorpresas que nos brinda el arte contemporáneo, transportarnos a estadios a veces impensados, a tratar de darle forma a lo que tal vez no lo tiene, a ver otras posibilidades a partir del mismo patrón, a entender la obra del artista, intercambiar opiniones con otros espectadores que vieron o sintieron cosas diferentes, o a los que en apariencia la obra no les dijo nada pero siempre hay una relación con el pasado que hace posible entender el presente aunque sea para ajustar nuestra mente y llegar al me gusta o no me gusta.  Me recuerda tal o cual situación. Tiene parecido a tal otra cosa.

Está inspirado en los juegos infantiles de los cuadernos de dibujar donde había que encontrar el camino desde un punto de partida para llegar a la casa y no equivocar el camino.

Yo lo asocié con una especie de petroglifos infinitos, laberintos interminables de una belleza geométrica que llevan a una reflexión que vuelve a iniciar porque para la mente, la imaginación y el pensamiento no hay punto de partida ni llegada, no hay límites, no hay extremos, no hay ni orilla ni centro.

Simple estás inmerso y adentro en el proceso de crear, recrear, olvidar, recordar, aprender, reflexionar, proyectar, generar, caminar y caminar para volver a empezar.

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