Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

El pueblo minero de San Sebastián del Oeste, catalogado como “Pueblo Mágico” es desde hace décadas un atractivo que llama la atención de los aventureros, que no escatiman ningún esfuerzo por conocer sus calles empedradas, sus casonas de arquitectura colonial, y su plaza colonial, adornada con un kiosco de original estructura metálica.

Casi enfrente se localiza el edificio de la presidencia municipal, una vieja construcción de oficinas a la que casi nadie acude a resolver asuntos oficiales, pues las viejas familias parecen estar todos al día. Esa es la razón por la que durante la mayor parte del día no se ve mayor movimiento de personas.

Incluso el templo católico, dedicado a San Sebastián Mártir recibe pocos feligreses, pese a estar abierto la mayor parte del día. Los turistas foráneos solo entran, admiran la imponente estructura, el elevado techo, y algunas imágenes religiosas y salen a buscar otros atractivos del pueblo.

Y es que haber llegado hasta este punto de la sierra vale la pena conocer algo más y muchos visitan rápidamente una de las minas donde se puede admirar el “tiro” de la mina de mayor producción de oro en el pasado. Luego se puede visitar el cerro de la “bufa” y admirar desde la cumbre los espectaculares panoramas, y al que es mejor recorrer bien abrigados.

FALTAN GUÍAS

Lamentablemente en San Sebastián del Oeste las autoridades de turismo locales no han considerado necesario ofrecer la opción de guías para orientar a los viajeros. Y es que desde que se arriba al pueblo el viajero puede admirar bellas casonas, las cuales tienen larga historia, pero el visitante se queda en ayunas de conocer algo de esa historia.

Ni siquiera se cuenta con una buena orientación para elegir un buen sitio para comer, y si bien algunos visitantes almuerzan en el pueblo de La Estancia de Landeros un buen plato de birria, otros llegan atraídos por la fama del buen café que se cultiva en el pueblo serrano y del pan que algún pastelero ya ha comenzado a elaborar y los quesos y la fama de las carnes, pero en los pocos restaurantes que ofrecen servicio las raciones, no se caracterizan por su generosidad.

Algún chef llevó la escuela de Thierry Bluet y su Café des Artistes, y los comensales se quedan con apetito ante las limitadas raciones y eso prácticamente aleja a los visitantes, que después de admirar el pueblo, buscan conocer más, pero no hay quien los guíe para viajar a San Felipe de Híjar, o a Santiago de Pinos, que son comunidades igualmente atractivas, con historia igualmente interesante.

Realmente dos o tres horas son suficientes para hacer un rápido recorrido a San Sebastián del Oeste, su mina y sus monumentos históricos.

Los visitantes optan en su mayoría por el retorno, para admirar de regreso la formidable obra del puente sobre el Río San Sebastián, una obra que ha significado gran avance de comunicación para toda la sierra, desde Mascota a San Sebastián del Oeste.

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