Sindicalizados perdieron su gran oportunidad 

EDITORIAL

Tradicionalmente, la burocracia no ha sido bien vista por los ciudadanos y habitantes de a pie y en automóvil que han tenido algún tipo de contacto con estos trabajadores gubernamentales, quienes ciertamente no gozan de una buena imagen ante la gente.

Esta mala imagen que se han ganado los burócratas tiene mucho que ver con su estilo de vida: trabajan de lunes a viernes, en cómodos horarios y hacen pausas cuando quieren para tomarse un café, desayunar o almorzar.

El grueso de los burócratas realiza un trabajo que deja mucho que desear en el que se dan el lujo de tratar mal o en forma déspota a las personas que acuden a oficinas o dependencias gubernamentales.

Hasta el viernes de la semana pasada, muchos en Puerto Vallarta estábamos convencidos de que en esta ciudad era diferente –por supuesto, con sus lamentables excepciones-, pensábamos que la burocracia municipal estaba para servir y de buena manera al pueblo, pero al parecer no es así.

El viernes de la semana pasada alrededor de 250 trabajadores sindicalizados municipales “enseñaron el cobre”, pues en un intento por presionar al gobierno municipal para que cumpla una serie de exigencias se atrevieron a bloquear dos de las vialidades más importantes de la ciudad: las avenidas Francisco Medina Ascencio y Prisciliano Sánchez, las cuales confluyen frente a la terminal marítima local.

No sabemos –pero lo sospechamos- a quién se le ocurrió la brillante idea de realizar la marcha-manifestación-bloqueo de vialidades, afectando a miles de personas, entre ellas empleados y trabajadores que viajaban en los camiones, a los automovilistas y hasta a cientos de turistas que iban al aeropuerto, lesionando seriamente a una población ajena a los problemas laborales y sindicales que defienden, cancelando cualquier empatía de la población con sus demandas.

Hay que reconocer que son válidas las exigencias del Sindicato de Servidores Públicos al Servicio del Ayuntamiento de Puerto Vallarta, que demanda el pago del bono Guadalupe-Reyes y la devolución del ISR que fue gravado de más en la nómina a los trabajadores; la que no parece legítima es la tercera, es decir, la exigencia de retirar la demanda que entabló el Ayuntamiento contra más de 230 nuevos trabajadores que fueron sindicalizados en los últimos días de la pasada administración municipal.

Hay que ser claros: a lo que no tenían derecho esos 250 trabajadores sindicalizados municipales era a alterar la vida del resto de la población, habitantes y turistas que tenían actividades programadas.

Los trabajadores municipales trastocaron la vida de miles de habitantes que pagan sus impuestos para que ellos puedan cobrar su quincena. Se les olvidó a estos empleados el mínimo respeto al derecho ajeno y lesionaron los intereses de miles de vallartenses.

No sorprendieron, entonces, los reclamos, las quejas y hasta las mentadas de madre que recibieron estos trabajadores a lo largo de la jornada bloqueadora, que convenientemente concluyó a las cuatro de la tarde, precisamente la hora a la que terminan sus labores.

Estos 250 trabajadores sindicalizados municipales iban bien, mal asesorados por su dirigente sindical, pero bien con plantones en lugares en donde hacían poco daño a la ciudadanía, en exigencia de sus demandas.

Sin embargo, el viernes pasado se equivocaron con los bloqueos a las vialidades y perdieron la gran oportunidad de ganarse el respeto y el apoyo ciudadano, perdieron la gran oportunidad de conseguir el respaldo y empatía de la gente de Puerto Vallarta.

La población no tiene la culpa de la incapacidad de su dirigente sindical para llegar a acuerdos, la población no puede ser rehén de intereses sindicales que en otras ciudades, como Guadalajara, son el pan de cada día. En Puerto Vallarta estamos acostumbrados a resolver las diferencias con diálogo y propuestas, no con protestas, marchas y bloqueos que solo golpean la imagen turística del destino, que tanto trabajo ha costado conservar.

Puerto Vallarta y su gente merecen respeto, no solo para garantizar el bienestar de la economía local y para cuidar la imagen turística del destino, sino para mantener la estabilidad social que en otras ciudades, como Guadalajara y la Ciudad de México, definitivamente se ha perdido.

Estos 250 trabajadores no deben olvidar que ahuyentar al turismo significaría tener menos ingresos económicos en las empresas, que obligaría a un recorte de personal, que generaría falta de empleo y la consecuente incapacidad de los empleados para pagar los impuestos que alimentan a la burocracia en sus tres niveles de gobierno, pero especialmente en el ámbito municipal. Es una premisa que por ningún motivo deben olvidar estos trabajadores antes de actuar de esa manera que indigna, molesta y afecta a la ciudadanía y al destino.

Lamentablemente, el Sindicato de Servidores Públicos al Servicio del Ayuntamiento de Puerto Vallarta amaga con realizar este día otro bloqueo a vialidades. Por el bienestar de Puerto Vallarta y de su gente esperamos que los 250 trabajadores municipales los piense mejor antes de hacerlo y abonen ideas y soluciones a su dirigente sindical, Gilberto Lorenzo Rodríguez, quien con su sueldo de 145 mil pesos mensuales goza de plena salud.