OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

No sé si para bien o para mal, pero los asombrosos avances tecnológicos de nuestros tiempos están cambiando a los deportes de manera irreversible.

Todo empezó, creo, con la NFL y su uso de la repetición instantánea allá por 1970. La televisión empezó así a exhibir que los árbitros también se equivocan. En la NFL, por las características del deporte, cuando hay jugadas controvertidas en las que realmente alteran los resultados, las jugadas no están sujetas a revisión, y el criterio de los réferis se mantiene.

Las interferencias de pase, que con frecuencia deciden partidos, son inapelables, y con razón. Por más avances tecnológicos a los que se pueda recurrir, el deporte sigue siendo una actividad eminentemente humana, y como tal, el error humano tiene que ser parte integral.

No me parece que la NFL tenga intenciones de decidir que las máquinas se responsabilicen de todas las llamadas arbitrales. En cambio, me preocupa el béisbol. MLB abraza cada vez más la tecnología, y creo que es una desgracia. La zona de strike no es tan exactamente definida como el cuadrito que nos ponen en las trasmisiones de televisión. También depende de la estatura del jugador, de la forma como se mueve en la caja de bateo, y, lo más importante, de la sensibilidad del umpire.

Parte importante, y además interesantísima, es estudiar las diferentes tendencias de los umpires cuando les toca cantar las bolas y los strikes. Cada umpire tiene su zona de strike. Algunos favorecen a los lanzadores, otros al bateo. Algunos cantan strikes bajos, pero no altos, y al revés. Es parte del encanto y de la magia del juego. Es además, puesto que intervienen interpretaciones humanas, fuente de controversias y discusiones deliciosas. Mi gran preocupación es que MLB haga las decisiones de las bolas y los strikes automatizadas. Es decir, que el cuadrito mande.

Les comento lo anterior después de ver los dos primeros días del Mundial de futbol en Qatar. Todas las aplicaciones tecnológicas que decidió imponer la FIFA han cambiado al juego de manera dramática. Lo confieso: no me gusta el famoso VAR. Menos ahora, que han decidido instalar minúsculos chips en los balones que son los responsables de decidir jugadas trascendentes.

En el partido inaugural entre Qatar y Ecuador, a unos minutos de arrancar, se produjo un gol de Ecuador. Parecía perfectamente válido. Pero entró en acción el VAR, y sin ninguna decisión humana de por medio, el chip del balón determinó que había fuera de juego, y el gol fue anulado. El sistema del VAR es complicado. Hay cámaras por todos lados para ubicar la posición de los jugadores, y el chip del balón determina el momento exacto en el que es golpeado. Se genera una imagen virtual para los observadores del VAR, y ellos trasmiten la decisión al árbitro, que ya ni se molesta en ver la repetición.

¿No estamos exagerando? Quizá pienso así porque crecí considerando árbitro, réferis y umpires como parte integral del deporte, pero veo que van camino a la extinción. Nuestra dependencia de las nuevas tecnologías nos está deshumanizando. ¿Para qué ir a una reunión de amigos, si los puedo enlazar a todos en un zoom?

Esto me recuerda un cuento de ciencia ficción del legendario Isaac Asimov. Describe un planeta, de nombre Aurora, donde la gente nace, crece y muere sin hacer contacto físico con ningún otro ser humano. La fertilización es in vitro, los bebés pasan sus primeros años en granjas infantiles, y luego son llevados a sus viviendas, llenas de tecnología, con las se comunican con los demás habitantes sin tener que verlos nunca.

En fin, que el Mundial empezó, y para estas alturas, Ud. ya sepa probablemente cómo le fue a México contra Polonia. Debo confesar que no tengo muchas esperanzas de que nuestro equipo avance, porque no les he visto un solo partido bueno. Pero es hora de sobreponerse. Como dice mi viejo amigo Enrique “El Perro” Bermúdez, “¡Vamos, muchachos!”.

Y ya que ando en temas deportivos, hay que reconocer la gran campaña que hizo Sergio “Checo” Pérez en la Fórmula Uno este año. El tercer lugar en el campeonato de pilotos es, por mucho, lo más lejos que ha llegado un mexicano en el altamente competitivo mundo de los Grandes Premios. ¡Enhorabuena!

¡Hasta el viernes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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