OPINIÓN

Por Jorge Berry (*)

m.jorge.berry@gmail.com

El regreso del turismo a Bahía de Banderas y Vallarta, con todo y la nueva cepa de COVID, es evidente. Se nota en las playas, en los bares y restaurantes. Me visitan unas primas, mi hermano Roberto, quien vive en Detroit, y su hija, mi sobrina Sydney, quien pasó un muy feliz cumpleaños por acá.

La llevamos a cenar al Pipis, con su peculiar ambiente, y aunque era miércoles, el lugar estaba atiborrado, en un 90%, de turistas. Increíble que un pequeño trío de guitarrón, guitarra y acordeón tenga en su repertorio a Maná, Eric Clapton y Neil Diamond, pero pusieron a cantar Sweet Caroline al lugar entero.

En Nuevo Vallarta, con unos amigos del golf, fui al Banana’s Bar a ver el España-Italia en la semifinal de la Champions. También lleno, aunque por el evento, que no era ni hockey ni NFL, había más nacionales que extranjeros.

Lo anterior es buena noticia para nuestra zona, pero es algo que debemos todos, empezando por las autoridades, manejar con inteligencia. Nadie quiere, obvio, volver a ver cerrados los negocios que le dan vida a Vallarta; pero también es innegable que han comenzado a subir de nuevo las cifras de contagios y muertes, sobre todo, en Vallarta. Será la nueva cepa, o será que nos descuidamos un poco, pero los números indican que debemos redoblar esfuerzos manteniendo de manera estricta las restricciones sanitarias vigentes, para no resbalar y caer de nuevo. Ni modo. A seguir usando cubrebocas, a lavarse las manos con frecuencia y a mantener la sana distancia, especialmente los prestadores de servicios que lidian con turistas y residentes todos los días. Hay que aguantar un poco más.

Por cierto, ¿les parece buena idea que haya Juegos Olímpicos en Tokio? Ya leo a muchos tuiteros por ahí expresando preocupación unos, y franca oposición, otros. Dicen que con la nueva cepa circulando por ahí, es demencial hacer unos juegos.

En lo personal, me parece que no vale la pena hacerlos. Dejando de lado el enorme costo que significa organizar unos Juegos Olímpicos, estos se harán sin público. Ya ni los japoneses podrán entrar. Seguramente, quienes los sigamos por televisión, escucharemos ruido de público enlatado, como tuvieron que hacer en juegos desiertos de béisbol, futbol americano y otros deportes populares en TV. No van a saber igual.

Y menos aún, para quienes asistan. Habrá, por supuesto, periodistas, comentaristas de radio y televisión, reporteros, técnicos y muchos otros cuya actividad profesional los obligará a asistir. Les digo, no será lo mismo.

Tuve el privilegio de cubrir in situ, tres Juegos Olímpicos. Montreal ’76, donde pasé las dos semanas previas a la inauguración, reporteando para 24 Horas, de Jacobo Zabludovsky. Hice pareja con su hijo Abraham, en una serie que se llamó “Detrás de la Antorcha”. Yo tuve que volver a México para trasmitir los eventos desde acá. Entonces no teníamos la tecnología de ahora, y hacerlo así ahorraba mucho dinero.

Después, trabajando para Univisión, encabecé la cobertura de la cadena de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles ’84. Tenía de reporteros a Ma. Elena Salinas y a Jorge Ramos, ambos famosos por conducir durante años el Noticiero Nacional de Univisión. Con nosotros también trabajaba Felipe “Tibio” Muñoz.

Y finalmente, como conductor de “Primero Noticias”, el matutino nacional en canal 2, trasmití, con Lourdes Ramos, el programa desde Sydney, Australia, durante los juegos del 2000. También conduje la inauguración, con el inolvidable Germán Dehesa, entre otros.

Les cuento todo esto, porque los Juegos Olímpicos no son nada sin la gente. Fue incomparable estar en el estadio escuchando y vibrando por dentro con la gritería en la recta final de los 400 metros planos, y Ana Gabriela Guevara peleando la de oro. O la emoción de la medalla de oro de la desaparecida Soraya Jiménez. Y eso, el verdadero espíritu olímpico, es lo que faltará en Tokio, y no veo cómo se pueda recuperar esa atmósfera, que vive toda una ciudad cuando es sede, al faltar el elemento esencial, que es el público.

Llevo seis meses en esta tierra bendita, y quiero que llueva más. Lluvia, lo que se dice lluvia, solo ha habido un par de veces. La zona de Punta de Mita, sobre todo, la necesita.

Estaré mencionando en este espacio a los Rufianes. Rufianes es un grupo de amigos que nos reunimos los domingos a jugar golf. Son quienes, con su amabilidad y cortesía, me han recibido con los brazos abiertos. Claro que no son los únicos. Ya les platicaré en futuras colaboraciones.

Mientras, me robo una frase de Rudy Ciprián, el coordinador de Rufianes. ¡Pura vida!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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