Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

Vivimos del turismo, aquí en Puerto Vallarta, en Nuevo Vallarta, Riviera Nayarit o mejor dicho en los dos destinos que integran la bahía de Banderas y quizá nuestro mejor recordatorio son los días del arribo de cruceros. Entonces todos andamos de fiesta, todos tratamos de dar la mejor cara de este destino.

Ayer vinieron el Royal Caribbean international y el Norwegian Bliss y el ambiente cambió en la terminal marítima y hasta la avenida Francisco Medina Asensio, en el cruce de Prisciliano Sánchez, registró gran actividad, pues por primera vez dejaron salir a  los cruceristas por la puerta que da justo enfrente y ahí los transportistas y taxistas se aglomeraron para ofrecer sus servicios.

De tener un horizonte azul, azul profundo con nubes, los días lunes y martes se estacionan los enormes cruceros, los cuales parecen edificios tan altos, tan anchos que tapan la mar y hacen llegar a más de tres mil turistas por cada embarcación. Así el horizonte cambia y nuestros huéspedes arriban procedentes del mar.

El grato frescor de las mañanas de enero, se adereza con las enormes sonrisas de los trabajadores de la terminal marítima que desde muy temprano arreglan todo para que los visitantes que han viajado por mar, sean recibidos por los trabajadores, agentes de viajes, guías de turistas, y vaya hasta los operadores de los enormes camiones hacen su mejor esfuerzo.

Resulta importante resaltar que lucen su uniforme limpios y con tanto orgullo, como lo hacen quizás los niños al ir a la escuela, también aquellos que sirven de apoyo en el área de seguridad, se muestran perfectamente alineados y sus áreas de trabajo en orden, como la caseta de vigilancia que se encuentra justo en el cruce de la calle Prisciliano Sánchez y avenida Francisco Medina Asencio; ahí instalan unas mesas y hacen la revisión para garantizar la seguridad de todos los viajeros.

Todos se muestran cordiales, los que barren, los que venden mercancías,  así como los guardias de seguridad que abren y cierran la reja de alambre verde para dar paso a camionetas suburban y a los autobuses de lujo del transporte terrestre.

También llama la atención  cómo en menos de una hora, una decena de carpas se arman para instalar un mini mercado de artesanías y esa será la primera imagen que reciben al bajar del crucero, ahí se colocan las mercancías: objetos para la playa, ropa, sombreros y algunas se sienten hasta repetidas; forman una barrera, que al ser traspasada pasaran los hombres y mujeres que han llegado de la mar con el cálido saludo de guías de turistas que les ofrecen un recorrido por la zona centro de Puerto Vallarta.

Resulta necesario comentar toda la faena que realizan los operadores de los autobuses que transportarán a los turistas hasta la zona centro, porque no se estacionan dentro de la terminal marítima, sino en el estacionamiento cercano donde se encuentran los supermercados de tiendas privadas, ahí por menos de dos horas podrá limpiar sus unidades, les retiran incluso del polvo de los cristales; quizás se deba a que la mayoría de las colonias de Puerto Vallarta tienen sus calles sin pavimentar.

Y así como una sinfonía, como integrantes de una gran orquesta trabajadores del sector turismo, la propia estructura de la terminal marítima, todos se alistan para tener la casa lo mejor posible, porque una vez más se festeja que aquí en Bahía de Banderas ha llegado turismo internacional, a través de la mar, como lo fue en antaño.

Los transportistas van y vienen, entran y salen de las instalaciones, junto con taxistas que dan uno y otro servicio y es que cuando hay crucero, todos sienten que la demanda los rebasa y muchos son los que hacen más de dos viajes a diferentes puntos de la región incluso.

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