OPINIÓN

Por Jorge Berry (*)

m.jorge.berry@gmail.com / @jorgeberry

Me declaro adicto al “twitter”, cuya versión castellanizada es “tuiter”, que es como la escribiré de ahora en adelante. Llevo más de 10 años en la red social, y me importa más de lo que debiera.

Mi entrada a tuiter me dio un foro liberador. Ya había salido de Televisa. Tuve dos malas experiencias en radio, una en Radio 13, de un empresario ya desaparecido, Carlos Quiñones, que solía retrasar los pagos a su personal para comprar autos de lujo, y otra, terrible, con Pancho Aguirre, dueño de Radio Centro. Poco antes de la elección de 2006, tenía en el estudio al hoy presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Era un programa vespertino, así que pasadas las 6 de la tarde, a media entrevista, el productor me indica que vayamos a comercial, y me hace ir a cabina.
“El señor Aguirre está al teléfono. Quiere que lo pongas al aire, porque tiene preguntas para López Obrador”, me dice.

“Responde que no puedo. López Obrador va a pensar que es una emboscada”. Le dije. Aguirre amenazó con despedir al operador, le comenté a AMLO, y me dijo que estaba bien. Él respondería las preguntas de Aguirre. Yo estaba furioso. Ni Emilio Azcárraga, un empresario de verdad, 40 veces más poderoso que Aguirre, se hubiera atrevido a eso. Al regresar del corte, enlacé la llamada de Aguirre, quien, para colmo, ya con copas, empezó a cuestionar al entonces candidato. No sé ni qué le preguntó. Solo alcancé a escuchar el nombre de Vicente Fox, y me levanté de la silla. De la cabina le llamé a Carlos Aguirre, hermano de Pancho, y fallecido recientemente, y renuncié. Sin usar los nombres, López Obrador contó la anécdota en una de sus mañaneras.

Una persona como yo, acostumbrada a comunicar y difundir información de manera continua, no puede estar callada. Allá por junio de 2010, Blanca Morán, mi coordinadora de invitados en Primero Noticias, me enseñó tuiter, y me hizo un gran regalo: un foro para informar, comentar, opinar y difundir, que para mí, es como respirar.

No debo ser tan malo tuiteando, porque tengo más de 280 mil seguidores, que son muchos para alguien que ya no tiene acceso a los canales masivos de televisión.

No tengo un cálculo de cuántos seguidores tengo en Vallarta y Bahía de Banderas, pero cuando acaben las restricciones del Covid-19, quiero organizar un evento con los tuiteros locales. Ojalá sea pronto. Por ahora, se pueden comunicar conmigo al correo electrónico que aparece al principio de este artículo.

También los invito a seguirme en tuiter, en @jorgeberry Se van a divertir, entre otras cosas.

Hablando de tuiter, hace unos días subí un documento desgarrador. La situación en Cuba está alcanzando una efervescencia peligrosa. El gobierno sabe que está perdiendo el control, y eso hará que la represión se intensifique. Por lo pronto, un grupo de jóvenes músicos cubanos, hicieron un rap, exigiendo el fin de la represión de 60 años, y el regreso de la libertad. El slogan preferido de Castro era “La patria o la muerte.” Estos muchachos sacaron su versión llamada “La patria y la vida”. A varios, les costó la cárcel.

En la letra de la canción se menciona al Ché Guevara, a los hermanos Castro, a las promesas rotas y a las mentiras del régimen. Son chavos que nacieron bajo el yugo, y no conocen otra cosa, pero que buscan el destino que les prometieron y no les cumplieron.

Las protestas son masivas, y cada vez más violentas. Las fuerzas represivas del gobierno cubano se están endureciendo, y no se puede descontar un baño de sangre.

Y es que en Cuba, las carencias son ya intolerables. Primero, y hace ya mucho, se les acabó la Unión Soviética, que sufragaba los gastos. Después, fue Venezuela, pero ya que se acabaron la riqueza petrolera, no hay más subsidios para Cuba. Ahora, el gobierno de México les mandó un avión cargado de ayuda humanitaria, pero no está en posición de subsidiar nada, mientras los niños mexicanos mueren de cáncer por falta de medicamentos.

¿Estamos ante el final de una dictadura de más de 60 años en Cuba?

No lo sé, pero ojalá.

Hasta el viernes, queridos lectores.

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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