A CAPRICHO

Por Paco Toscano

En el último trimestre del año se agolpan las tradiciones; más en una ciudad multinacional y multicultural como Puerto Vallarta. El segundo lunes de octubre los residentes canadienses celebran su Día de Acción de Gracias; le sigue el agringado, aunque adoptado por muchos paisanos, Halloween; a principios de noviembre nuestros Días de Muertos, los chicos (les ahorro el albur barato) y los adultos; el último jueves de noviembre el Día de Acción de Gracias del tío Sam, que algunos irrespetuosos atribuyen a las gracias que le dio el capitán Smith a la bella Pocahontas por los favores recibidos, ya que la celebración fue entre aborígenes y colonos; le siguen la Guadalupana, las Posadas, Navidad, Año Nuevo, rematando el puente Guadalupe-Reyes con la rosca muñequera.

Alguna vez definí a Puerto Vallarta como la ciudad de las tradiciones instantáneas. Y esto se debió a que recién llegado al puerto, allá por los 90’s, fui invitado al “tradicional” Baile del Rebozo y me enteré que apenas tenía unos 10 años celebrándose. Pero, como diría mi buen amigo Armando Ramírez: ¿Qué tanto es tantito? ¿Cuándo un evento o un festejo con los rituales y los excesos (carnavales) que implican se convierte en tradición? Las opiniones varían, de acuerdo con la antigüedad de los pueblos que los practican, pero muchos coinciden en que deben, por lo menos, trascender una generación (25 años, más o menos). De ahí que, si en una familia papá y mamá creyeron en Sanchoclós y los hijos no, pues se perdió una tradición familiar. Desde luego, al margen de las tradiciones familiares están las tradiciones comerciales (San Valentín, Día de las Madres, Navidad, etc.) de las que los comerciantes son fieles creyentes y promotores, pero ese es otro boleto.

Todo este asunto de las tradiciones vino a colación porque, el reciente Día de Acción de Gracias del tío Sam, un amigo del otro lado del Paso del Norte me pidió que le recomendara un lugar para cenar, con invitación incluida. Después de considerar varias alternativas, no dude en recomendarle uno de los lugares más tradicionales (desde 1980) de Puerto Vallarta: Ándale. No viene al caso entrar en los detalles del menú, basta con decir que disfrutamos de una doble tradición a un precio muy razonable.

Finalmente, pero no ultimadamente, si en Puerto Vallarta existe una tradición que convoque a la gran mayoría de la comunidad vallartense esa es la de la Virgen Morena. Nadie lo puede negar –me comentó un taxista con poco tiempo de estar en el puerto– la imagen de la Guadalupana es de una gran belleza, pero no imaginé que parara el tráfico… y por casi dos semanas.

Feliz puente Guadalupe-Reyes, son los deseos del coplero.

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