OPINIÓN

Por Ernesto Escobar/Bahía de Banderas

Cuando era un niño de 4 años recuerdo mi hipersensibilidad cuando estaba solo en mi cuna y lloraba sintiéndome muy solo y luego tenía varios sucesos donde percibía miedos y sentía muy solo y me encantaba ver los pájaros.

Recuerdo también cuando en secundaria tenía un examen extraordinario de matemáticas, que no dormí en toda la noche y muerto de nervios por el examen y sudaba.

Otro de mis recuerdos es cuando en el equipo de futbol en la secundaria me daba muchísimo nervio porque me alinearan, tenía complejos de inferioridad y ya en prepa entré en contacto con las fiestas y el alcohol y me daba un sentido de pertenencia, lo cual me gustó, sobre todo el efecto y así fui teniendo varias vivencias y empecé a tener sentido de ansiedad y depresiones y yo no sabía que eran una enfermedad.

Posteriormente, en otra etapa de mi vida tuve un viaje solo a Estados Unidos y conocí a una americana y me clavé y ahí tuve un fuerte suceso mental; después de 5 meses de vivir en Atlanta, Georgia, me dio un ataque de ansiedad y no dormía en las noches; también recuerdo que percibía ruidos y veía imágenes de brujas y fuego.

Mi hermana, que vive en Atlanta, fue por mí y creyendo que me iba a hacer bien me llevó a un monasterio y recuerdo que mi enfermedad se agudizó hasta que me regresé a México con mis padres y visité, por primera vez en mi vida, al psiquiatra; estuve interno en mi casa durante 11 meses, tomaba 5 medicamentos y ya que reaccioné y me sentí con cordura cometí el error de dejar de ver al psiquiatra y tomarme mis medicamentos, tenía 33 años y así transcurrieron los años y con sentimientos de no pertenencia y soledad.

Tenía miedos inciertos, depresiones continuas, inseguridad y a los 53 años me dio una depresión terrible, con espantosas sensaciones de miedo a futuro y no dormir por las noches; fue que, finalmente, acudí de nuevo al psiquiatra y de acuerdo a la condición que me encontraba me internaron el hospital psiquiátrico por 3 semanas y me aplicaron electroshocks y, gracias a Dios, me recuperé. Actualmente estoy muy estable y no dejó de tener consulta con mi psiquiatra.

Esta es parte de mis vivencias con la enfermedad de la bipolaridad que padezco. Y para quienes lean este artículo puedan detectar para ustedes o sus hijos los síntomas de la enfermedad y los lleven con el psiquiatra. Muchas gracias.

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