OPINIÓN

Por Jorge Berry (*)

m.jorge.berry@gmail.com

Estoy horrorizado por las imágenes de Querétaro. Que un partido de futbol termine en un zafarrancho que provoca al menos 17 muertos y decenas más de heridos, solo habla de la descomposición general que vive México. No nos engañemos. El país se está derritiendo ante la indolencia e incapacidad que emerge todos los días de Palacio Nacional.

Primero, el futbol. Lo menos que debe hacer la FIFA es suspender a México y eliminarlo sumariamente del Mundial de Qatar. Todo empezó con el famoso “Eeeyyyyyy… putoooooo”, que FIFA dejó pasar, amenazando sanciones que no aplicó. Las impresentables barras, que acabaron el futbol como espectáculo familiar en Argentina e Inglaterra, se sintieron impunes, y aumentaron su fanatismo. Ahora, ya costaron vidas. ¿Por qué? Porque por desgracia, en nuestro país, el fanatismo y el odio tienen sus recompensas.

Lo de Querétaro es una consecuencia del clima que vive México. No se puede esperar otra cosa, cuando cada mañana nos incitan al odio y al enfrentamiento entre mexicanos. El presidente Andrés Manuel López Obrador tendrá que responder a muchas cosas, lo de Querétaro entre ellas. Esto no es un hecho aislado. La violencia en el país está desatada como nunca, ante la inacción gubernamental.

Por más que quieran maquillar las cifras, el número de homicidios dolosos en México desde que tomó posesión López Obrador, se ha incrementado de manera exponencial, mientras la política del “abrazos, no balazos” es el hazmerreír internacional. La cercanía y las deferencias obradoristas con el cártel de Sinaloa están bien documentadas. Quién sabe qué deuda tendrá con ellos, pero les permite operar con impunidad.

Esta semana cayeron las pruebas de lo que ya sabíamos. La FGR comandada por Alejandro Gertz Manero es solo un instrumento de persecución política y venganzas personales. Como autoridad para la defensa de los ciudadanos, que sería su principal responsabilidad, es un fracaso. Y lo peor: está en contubernio con el mismísimo presidente de la Suprema Corte de Justicia.

Ya ni hablar de los niños con cáncer que no tienen medicamentos. Estamos viviendo una anarquía, y ya el país no puede más. No quiero ni pensar los que AMLO dirá en la mañanera de hoy.

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En temas más amables, llevo poco más de un año ya establecido por estos benditos rumbos. Muchas cosas me gustan y me atraen en nuestra zona, pero pocas tanto como el golf, y la atmósfera y hermandad que provoca. Comento esto, porque el sábado pasado tuve el privilegio de jugar en el torneo que conmemoró el 20º aniversario de El Tigre. Como ocurre con frecuencia, a uno le toca jugar con gente que no conoce, pero que comparte el amor por este hermoso y desesperante deporte. Junto con mi pareja, el hotelero Carlos Pérez, nos tocó una pareja de un canadiense y un estadunidense.

Las casi cinco horas de juego se fueron como la espuma, en medio de una cordial y animada convivencia, en la que nadie piensa en términos de nacionalismos, porque todos estamos sujetos a la humillación personal de fallar un tiro, y sabemos lo que siente el otro. Es maravilloso.

Todo esto es posible por la visión de distintas empresas y personas que creyeron en el desarrollo de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas como destino de golf. Esta vez fue El Tigre celebrando sus 20 años, y hace unos cuantos meses, los campos de Vista Vallarta hicieron lo mismo, y la experiencia fue similar.

En la comida posterior al torneo, en el restaurante de El Tigre, fue emocionante estar entre las distintas mesas, escuchando animadas conversaciones, unas en inglés, otras en francés y aún otras en español.

Fue la culminación de una gran labor realizada por Antonio Navarro, director general de Paradise Village, junto con el admirado Steven B. Johnson, el director general del club de golf El Tigre, quienes dirigen una operación que crea cientos de empleos, y que se traduce en bienestar para muchas familias de nuestra zona. Mención especial a los trabajadores que abrieron El Tigre, y que aún trabajan ahí, luego de 20 años, y quienes recibieron una placa conmemorativa.

Ángel, Gabriel, Gustavo, Nereo, Cuco, Iris, Chabe, Herminia, Brenda y, por supuesto Karina, además de todos los que no pude mencionar, mil felicidades y mil gracias por su amabilidad y paciencia. Sé que hablo por todos los que los tratamos a diario, cuando les digo que apreciemos y valoramos enormemente su trabajo. De nuevo, gracias, y felicidades. El Tigre rugió el sábado.

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Como les comentaba el viernes, la situación internacional alrededor de la invasión de Ucrania por parte de Rusia se deteriora rápidamente. Vladimir Putin, el presidente ruso, está cada vez más estridente y fuera de control. Se parece al nuestro. Su más reciente declaración es demencial. Putin dijo que la aplicación de sanciones contra Rusia es una declaración de guerra. Todos los actores de este drama han puesto el mayor de los cuidados en evitar que se produzcan condiciones que desemboquen en un enfrentamiento directo entre Estados Unidos y Rusia.

Putin ha hablado con asombrosa ligereza de la posibilidad de emplear armas nucleares, y puso a sus misiles en alerta máxima. Dicho de otra forma, parece que no le está llegando suficiente agua al tinaco. Nadie, ni Rusia, ni Estados, quieren un enfrentamiento nuclear, porque literalmente, se acaba el mundo.

Mientras, al interior de Rusia, las cosas no marchan bien para el presidente. La oposición interna contra la invasión a Ucrania es enorme. A pesar de numerosas advertencias, los ciudadanos siguen saliendo a protestar, y los arrestos se cuentan por miles. Los oligarcas, por su parte, también están furiosos porque las sanciones les están costando miles de millones de dólares. No es difícil imaginar que hay descontento en el Politburo y en la Duma. ¿Cuánto podrá aguantar así Putin?

Me parece que la probabilidad de que Putin “se enferme gravemente” está creciendo. Todos sabemos cómo se las gasta el ministerio del interior de Rusia, y no sería el primer líder ruso en caer de esa forma. Pero mientras pasa una cosa o la otra, el mundo contiene el aliento.

¡Hasta el viernes, amigos de Vallarta y Bahía!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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