José Reyes Burgos
Puerto Vallarta

Y las playas han vuelto a tener gente. Casi de forma repentina, desde que se anunció su reapertura, los bañistas locales y turistas desde Guadalajara y otros pueblos y ciudades cercanas, comenzaron a llegar. Ayer, fuimos a la playa del Holy, junto al río Pitillal.

Estaba absolutamente llena, con grupos de 4 o 5 personas, a veces más, algo distanciadas unas de otras, no contamos menos de 200 gentes. Llegaron con sus mesas, sillas, sombrillas, pizzas, pollos, loncheras y hieleras, era una verdadera escena de día de campo. Pero en la playa. Era un poco usual jueves familiar.

Entre toda esa muchedumbre, pudimos vislumbrar a una mujer, de unos 40 años aproximadamente, que cargaba con su canasta de frituras y botanas. Vendía con éxito a quienes ahí estaban reunidos.

Su nombre, nos dijo, es Amalia, vive aquí en Puerto Vallarta, y llevaba 3 meses sin poder trabajar porque las playas estaban cerradas y no abía turismo. Pero ayer, nuevamente, pudo volver a vender su mercancía gastronómica a los paseantes.

“Tengo hijos, ¿quién me los va a mantener? Ya por fin pude vender, hoy veo más gente”, nos señaló brevemente.

Si situación es prácticamente la misma que la de miles de vallartenses trbajadores que casi o en efecto viven al día, de la venta que usualmente hacían en el ambulantaje al paseante en playas y malecones. Caminando y con canasta en mano.

¿El virus? Ahí sigue. Pero la economía tiene que reactivarse, o al menos eso han ofrecido como postura las autoridades, y lo han convertido en política pública. En términos sanitarios, por supuesto que existe un riesgo. Pero hablando en un contexto meramente económico, la reapertura era más que necesaria y es totalmente buena para la clase trbajadora vallartense, que es el grueso de la población.

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