LA MIRADA INCÓMODA

“El medio es el mensaje”: Herbert M. McLuhan, “La Aldea global”.

Por Alfredo César Dachary – cesaaralfredo552@gmail.com

El determinismo tecnológico considera que la tecnología es capaz por sí misma de incidir de manera positiva en el desarrollo y su contexto y Armand Mattelart sostiene, como ejemplo, que los avances como la imprenta, el ferrocarril, la telegrafía y la radio permiten la conquista del tiempo y el espacio por la humanidad.

Olimpia Lombardi invierte el orden y sostiene que cada sociedad desarrolla un tipo especial de tecnología, en base al desarrollo socioeconómico que mantiene el juego de poderes e intereses; la tecnología no determina la sociedad sino es a la inversa, ésta determina a la tecnología.

Langdon Winner cree que los artefactos pueden poseer propiedades políticas, porque el diseño de un determinado sistema técnico se convierte en medio para alcanzar un fin en una comunidad y, por lo tanto, tiene una intención y que los sistemas tecnológicos son fuertemente compatibles o incompatibles con las relaciones sociales.

De allí que las tecnologías son maneras de ordenar el mundo y, de manera consciente o no, las sociedades eligen sistemas tecnológicos que incluyen, como trabajan, como se comunican, como viajan y como consumen a lo largo de su vida.

Pueblos que se hacen mineros, otros forestales, otros industriales y muchas otras opciones desde turísticos a pescadores, desde campesinos a constructores. Lo mismo se piensa de las energías, el petróleo o las solares, todas pueden convivir con sociedades asimétricas y su distribución seguirá esa asimetría.

Occidente se enfrenta al siglo XXI de la misma forma en que lo inició al anterior, con una devota previsión de fatalidad y liberación. De allí que, para David Noble, la fascinación actual por la tecnología, la verdadera medida real del conocimiento moderno, está enraizada en mitos religiosos y en un imaginario antiguo. Ya que, en el fondo de los científicos, su inspiración se motiva por una imperecedera búsqueda mística de la trascendencia y la salvación.

En el siglo XXI hay una fe ciega en el avance tecnológico y el triunfo definitivo de la razón, ese resurgimiento de la fe fundamentalista es similar a un renacimiento religioso. Los seres humanos siempre han construido mitos colectivos con el objeto de cohesionarse, controlar y dar un sentido a la experiencia compartida.

Por ello, el proyecto de la tecnología occidental, la marca que ha definido la modernidad tiene su origen y espíritu medievales. Jacques Ellul, se hizo eco de San Agustín, la tecnología existió únicamente para la humanidad en estado de caída y no tenía sentido fuera de éste, ya que en su estado perfecto anterior a la caída no necesitaban de dicho artificio.

Pero a principios de la Edad Media, la relación entre la tecnología y la trascendencia comenzaron a cambiar y luego se identificó con ambas formas de perfección: la perdida y la renovada, a lo que se le sumó el avance de las artes y la introducción del arado pesado en el Imperio Franco que detonó el inicio de un cambio en la tecnología y generó un giro radical en la relación hombre – naturaleza.

Por ello se estableció un sistema de parcelación según la capacidad de la máquina y no la necesidad humana, transformado la relación; antes el hombre formaba parte de la naturaleza, luego se hizo explotador de ella.

En el año 830, en el salterio de Utrecht cerca de Reims se encuentra una ilustración del Salmo 63, en el que se otorga la ventaja tecnológica a los que están de parte de Dios: “El ejército de los justos se enfrenta al ejército de los impíos mucho más grande. Los malvados se conforman con usar una piedra de afilar obsoleta, los piadosos sin embargo emplean el primer cigüeñal del que se tiene noticias fuera de China para rotar la primera rueda de molino que se conoce, el avance tecnológico es la voluntad de Dios”.  

En el siglo VI, Benedicto de Nursia hizo de las artes prácticas y el trabajo manual elementos vitales de la devoción monástica. Y los teóricos monásticos promovieron las artes manuales como una forma orientada a fines espirituales.

En los siglos X y XI bajo el primer imperio y bajo auspicios feudales y papales los benedictinos convirtieron su devoción religiosa hacia las artes útiles en una revolución industrial medieval.

Gerhart Ladner señala que “la idea de la reforma del hombre a la imagen y semejanza de Dios se convirtió en la inspiración del movimiento de reforma en la cristiandad en la Edad Media”.

La atención creciente que los observadores medievales otorgaban a las diferentes artes y oficios había terminado en la acuñación de un nuevo término “Artes mecánicas”, actividad distinta de la actividad humana.

Las artes son los “vínculos del hombre con lo divino, su cultivo es un medio para la salvación” Erígena.

LA REVOLUCIÓN DIGITAL DEL SIGLO XXI

La Singularity University apunta a que el desarrollo de cualquier avance tecnológico se someta a tres tipos de leyes: las leyes de la tecnología, lo que es tecnológicamente posible, las leyes de la política, lo que es legal y se debe cumplir y las leyes de la economía, lo que es rentable.

Asimismo, se plantean el desarrollo de tres mega tendencias ineludibles en el futuro, en una década, la de los 20’. La primera es una aceleración tecnológica que se combina con la segunda la hiper conectividad que acelera la digitalización del mundo y esto genera la irrupción de 4,000 millones de nuevos ciudadanos, conectados digitales, que concluirán haciendo realidad la red global, fundamental para la nueva era.

Esta “nueva situación” la define Martínez-Barea como “el fin de la geografía” una definición gráfica más que real. El aumento de los “nuevos ciudadanos digitales” se da por crecimiento demográfico natural y la gran migración de la periferia hacia los países centrales.

A una mayor conectividad se da una mayor competitividad en un mercado cada vez más difícil que se fragmentará y si le sumamos la aceleración tecnológica, nos encontraremos con un mercado polarizado, donde desaparecerá del todo la tradicional clase media, fruto de la era industrial.

Las consecuencias de esta transformación son muchas, pero plantearemos las básicas. La primera es que el aumento de la capacidad de los microprocesadores incide en la aceleración tecnológica y de allí deriva la segunda la hiper conectividad que ha alterado al campo provocando una gran globalización.

En tercer lugar, tenemos que la tecnología es un potente instrumento de poder, pero tiene límites y reglas en la sociedad, que buscan atenuar el impacto de esta trasformación disruptiva, que pese a todo genera una cuarta consecuencia ineludible pero que amenaza la revolución digital que es desigual en el mundo y la sociedad.

Por último, también como consecuencia tenemos que los retos del mundo son enormes y modifican las reglas del juego a todos los niveles.

ECONOMÍA Y NUEVOS PLANTEAMIENTOS

Para Miren Etxesarreta “… la economía no es en sus planteamientos metodológicos y menos en las recomendaciones de actuación, algo de fiar, ya que en la realidad es un potente instrumento de justificación de determinadas orientaciones de actuación políticas y sociales, que afectan de manera diferente a las distintas clases sociales, así como a las personas en situaciones diferentes.

A la anterior visión crítica la complementa Pankaj Ghemawat, al sostener que “… Los gobernantes solo están pendiente del calendario electoral, lo que impide la toma de decisiones que vayan en la dirección correcta…” y “…en la universidad solo se explica básicamente la economía que conviene al sistema…”. O sea, el neoliberalismo, que solo les enseña cómo sacar beneficios y no ayudar a la sociedad.

Las tesis neoliberales que se enseñan en la universidad y en las escuelas de negocios son una versión interesada de la realidad y lejos de reducir las desigualdades las profundiza y un ejemplo mundial de una organización globalmente conocida y socialmente respetada es el de Oxfam que en su informe del 2017 denuncia que 62 milmillonarios tienen una riqueza igual a la de la mitad de la población mundial. En España, en 2015 el 1% de la población concentraba la riqueza de 35 millones de personas.

Según Stiglitz, la gran recesión del 2008 fue una crisis sistémica, generada entre 1970 y 2008, pero ocurrió una gran acumulación entre los dueños del poder y un mayor empobrecimiento en la mayoría de la población, como lo demuestra Thomas Piketty en su libro “El capital del siglo XXI”. Esta situación de dominio de la pobreza generada en las últimas cuatro décadas del neoliberalismo, puede crear una reacción que nos haga regresar al siglo XIX.

El diseño de la tecnología es un acto político, ya que el capitalismo es esencialmente una tecnología de producción de bienes, de reproducción de sí mismo. La tecnología condiciona a la economía y ésta condiciona a todo el sistema.

En la actualidad, el sistema ha generado una nueva narración utópica para un problema complejo que afecta todas las dimensiones de este planeta, al plantear dos visiones aparentemente opuestas: los optimistas que ven a Internet como una fuerza democrática y positiva del mundo, argumentos de los 90’, y los escépticos, como Robert W. Mc Chesney, Rebecca Mac Kinnon y Evgeny Morozov, el poder manipula y utiliza la comunicación digital y lo usa para promover información falsa.

El capitalismo, no es igual a la democracia, aunque éste sea el mantra oficial, ya que la desigualdad socaba la igualdad política en que se debería basar la democracia.

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