“Normalización es la colonización de la mente, por la cual el sujeto oprimido llega a creer que la realidad del opresor es la única realidad «normal»” Samah Sabawi.

Alfredo César Dachary

El proceso de descolonización que se inició masivamente a mitad del siglo XX, ha obligado a Occidente a reformular la estrategia global inicialmente planeada para manejar el mundo para ese y este nuevo siglo, y así comenzó en los 80´una nueva revolución por encima de los territorios físicos, en un mundo emergente que es mundo digital, que no tiene fronteras, pero sí operadores y dueños de los equipos que capturan información y la procesan, que responden a los intereses del poder imperial.

Al concepto de recursos naturales se le amplió a la última especie en domesticar: el humano, nuevo proveedor de un “oro digital”, sus datos, y a través del cual las grandes corporaciones logran controlar a gran parte de la población mundial, la que se integra a la red global, ya sea con un ordenador o un teléfono celular.

Mientras el frente físico es el conflicto militar: Yemen – Arabia Saudita, Etiopía – Eritrea, Somalia y guerrilleros del islamismo extremo, Siria y la invasión de los aliados de Estados Unidos y Libia, la ocupación y pretendida normalización a partir de reducir el país a una colonia más occidental y a que se suma el conflicto Rusia-OTAN, ese frente es para mantener activo ejércitos y grupos en lugares geopolíticos importantes, pero está el otro, el de la colonización global en el mundo digital.

El control de la población a partir de ideas falsas de la realidad y ampliando el mundo del consumo para poder idiotizar a los sujetos y hacerlos máquinas de comprar, éste es el verdadero frente de batalla y así lo han asumido los dos líderes mundiales en puja: Estados Unidos y China. En el mes de noviembre del 2022, Estados Unidos anunció la prohibición de la importación y venta de equipos y servicios de telecomunicaciones de media docena de empresas de China, entre ellas Huawei y ZTE, la creadora y principal operadora del 5G Chino, a lo que se le sumaron las dos neocolonias de occidente, Canadá y Gran Bretaña, asumiendo el papel de la “fauna de acompañamiento”, a la que luego se sumará Australia y posiblemente Japón, que forman parte del nuevo servilismo global.

La medida apunta a empresas consideradas como un riesgo para la seguridad nacional de Estados Unidos y afecta la venta de cualquier nuevo producto al no

permitir su autorización para entrar al mercado, se trata de defender el liderazgo de la “idiotización del mundo”, la mejor manera de colonizar es vaciar de contenidos a la sociedad y a la comunicación.

Pierre Levy, en su libro “Inteligencia colectiva”, plantea que nos hemos vuelto nómadas de nuevo, y no se trata solo del mundo del turismo, los empresarios o los inmigrantes, todos estamos en movimiento en busca de significados sociales para fortificar el ego que se expresa en la red.

Los “objetos nómadas” de la electrónica móvil no nos acercan tampoco al nomadismo de hoy, esas imágenes del movimiento nos remiten a viajes inmóviles, encerrados en el mismo mundo de significaciones, como es la carrera sin fin por las redes de la mercancía y es quizás el último obstáculo para el viaje.

Moverse, ya no es desplazarse de un punto a otro de la superficie terrestre, sino atravesar universos de problemas, de los mundos vividos, de los paisajes de sentido. El nomadismo de este tiempo tiene que ver ante todo con la transformación continua y rápida de los paisajes científico, técnico, profesional y mentales.

Los Followers son los nuevos súbditos “segadores”, que son amaestrados por los influencers para convertirse en ganado consumista, y es que la red no forma una esfera pública, y estos medios sociales la amplían a esa comunicación sin comunidad.

Los comunities digitales son una mercancía sin capacidad de acción política, y en este tiempo, la crisis actual de la acción comunicativa, el otro está en trance de desaparición, lo que significa el fin del discurso, y este hecho priva a la opinión de la racionalidad comunicativa.

El discurso requiere separar la opinión propia de la identidad propia, y los individuos que no poseen capacidad discursiva se aferran desesperadamente a sus opiniones porque ven que su identidad está amenazada, no oyes al otro y no lo escuchas, así la crisis de la democracia es una crisis de escuchar.

Eli Pariser que es el autor del libro “El Filtro Burbuja”, afirma que lo que está destruyendo el espacio público es la personalización algorítmica de la red, y es que una nueva generación de filtros de internet, se fija en lo que parece gustarle a usted y de allí saca conclusiones.

Así es como las máquinas pronosticadoras, crean y refinan continuamente una teoría sobre tu personalidad y predicen lo siguiente que usted va a hacer, son los titiriteros de una sociedad de autómatas humanos, controlados por autómatas tecnológicos.

Estas máquinas crean un universo único de información para cada uno de nosotros, y es lo que denominan “filtro burbuja”, que cambian el modo en que accedemos a ideas y a la información, a mayor tiempo en Internet más información logran. Si las identidades digitales solo se guían por las recomendaciones de una inteligencia artificial, corremos el riesgo de crear un mundo virtual con opiniones polarizadas y deshumanizadas. En el 2009, Google extendió a todos los usuarios la personalización de sus resultados de búsqueda, algo que hasta entonces solo aplicaba a las consultas realizadas desde un perfil conectado a una cuenta de Gmail, para llevar a cabo esto tuvo que ajustar su algoritmo mediante unos cambios que son explicados al inicio, un libro de Pariser para difundir los posibles inconvenientes de que las identidades digitales reciban recomendaciones generadas mediante inteligencia artificial.

La creciente atomización y narcisismo de la sociedad nos hace sordos de la voz del otro, lo que lleva a la pérdida de la empatía, entendida como la capacidad que tiene una persona de percibir las emociones y los sentimientos de los demás, basada en el reconocimiento del otro como similar, es decir, como un individuo similar con mente propia, por eso el “otro” es vital para la vida social.

Para Byung-Chul Han, todos los individuos se representan y se producen a sí mismos, no es la personalización algorítmica de la red, sino la desaparición del otro, la incapacidad de escuchar es lo que produce la crisis de la democracia.

Un mundo de la vida intacto solo es posible en una sociedad relativamente homogénea, que comparte los valores y tradiciones culturales, pero la globalización y la híper culturización de la sociedad están ya disolviendo los contactos culturales y las tradiciones que nos anclan en un común mundo de la vida. Las ofertas convencionales de identidad con validez pre reflexivas ya no existen hoy, ya no somos proyectados al mundo que encontramos natural y problemático.

La idea de mundo es ahora una cuestión de proyecto de diseño y la creciente defactificación y descontextualización del mundo de la vida destruyen ese fondo holístico de la acción comunicativa. La pretensión de validez de las tribus digitales como colectivos identitarios, no es discursiva sino absoluta, porque carecen de racionalidad comunicativa.

Fuera del territorio tribal no hay enemigos a combatir. Por eso hoy el tribalismo, convierte esta identidad en un escudo que rechaza cualquier alteridad. La progresiva trivialización de la sociedad pone en peligro a la democracia, la comunicación actual es cada vez menos discursiva puesto que pierde cada vez más la dimensión del otro.

El régimen de la información es la forma de dominio en la que la información y su procesamiento mediante algoritmos e inteligencia artificial determinan de modo decisivo los procesos sociales, económicos y políticos. La diferencia con el anterior régimen de disciplina, no se explotan cuerpos y energía, sino información y datos.

Durante el capitalismo industrial dominó el régimen de disciplina, que adopta la forma de máquina, todos somos un engranaje de la máquina del poder, y varios siglos atrás se creó la megamáquina donde las piezas eran los humanos.

El poder disciplinario penetra en las vías nerviosas y los músculos y transforma al hombre en un cuerpo inepto, es una máquina, y así el cuerpo “dócil”, puede ser utilizado, transformado y perfeccionado, se adecua cada vez más a la dinámica de la máquina.

Estos obreros no son portadores de información sino solo de energía que el régimen de disciplina hace que el hombre se transforme en “ganado laboral”.

En el capitalismo de la información, se basa en la creación de redes y comunicación y se hace creer todo lo contrario, el hombre es libre, auténtico y creativo se produce y realiza a sí mismo

Al final, los regímenes anteriores al actual de la información en la sociedad digital, siempre terminan esclavizando al hombre, hoy es diferente, lo dominan con sus propias ideas, no son esclavos están peor, porque no asimilan como los manejan y están en una situación sin salida hacia una nueva transformación que tomará a un humano idiotizado. cesaralfredo552@gmail.com.

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