OPINIÓN

Por Jorge Berry (*) – m.jorge.berry@gmail.com

El domingo es la consulta para la revocación de mandato del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. No obstante que, como mecanismo democrático, este es un ejercicio inútil, será interesante analizar cómo se realiza la jornada.

Digo que es inútil, porque es inconstitucional. La constitución establece que el mandato presidencial es de seis años, ni más, ni menos. No hay un escenario legal que contemple la salida prematura del presidente, exceptuando la muerte o incapacidad. Pero Morena y el presidente quieren que esto sea una especie de referéndum que demuestre que López Obrador sigue teniendo el arrastre que lo llevó a triunfar, inobjetablemente, en las elecciones de 2018.

No sé qué digan las encuestas que hace presidencia, pero en las tradicionales, la caída de la popularidad del presidente es innegable. Así que se han propuesto revertir esa tendencia por todos los medios posibles, sean legales, o no.

La reciente manifestación morenista en el Monumento a la Revolución de CDMX en apoyo a la reforma eléctrica, fue un ensayo general de lo que se verá el domingo en todo el país. Las interminables filas de camiones usados para transportar acarreados no se pueden ocultar, y ni les interesa.

Tampoco les interesa respetar la ley, porque se saben impunes. El gabinete, los gobernadores, los presidentes municipales, los legisladores federales y estatales del partido oficial, tendrán que responder ante el presidente si las cosas no se ajustan a sus designios. Por ello, con todo y veda electoral, Claudia Sheinbaum, jefa de gobierno de CDMX, tiene tapizada la ciudad con espectaculares, carísimos además, con propaganda. Los estados gobernados por Morena, incluyendo Nayarit, lo mismo. Pero ni así están seguros de que sea suficiente.

No es novedad que la gente no vote. La verdad, es una lata, pero es una obligación democrática que en la mayoría de las veces, es respetado. ¿Pero una consulta? Me parece que será la excepción el ciudadano que se sienta motivado a ir, formarse quién sabe cuánto tiempo, y votar en un ejercicio estéril. Se requiere de la participación del 40% del padrón electoral para que el resultado sea “vinculante”, y por más acarreados que compre Morena, no veo cómo lleguen a 40%.

La votación servirá, eso sí, para medir el apoyo popular que es capaz de generar Morena con todas las viejas mañas del PRI, y otras nuevas que han incorporado. Les dará una idea de las posibilidades de los tiradores a la silla grande. Sheinbaum, por ejemplo, tiene que recuperarse de la brutal derrota que sufrió en las intermedias, y demostrar que CDMX sigue siendo el bastión obradorista. No es probable que lo consiga.

Sus recientes apariciones públicas la muestran como una desangelada oradora, desesperada por lograr reponer la confianza de López Obrador. El secretario de gobernación, Adán Augusto López, también anda en abierta (e ilegal) campaña para apoyar a AMLO, porque ya se siente presidenciable. Bueno, hasta generales del ejército andan en labores de proselitismo.

¿Se acuerdan, allá a principios del sexenio, que el presidente presumía de su “superioridad moral”? No se justifica, en un país donde faltan medicamentos, en especial, para los niños con cáncer, gastar miles de millones de pesos en una campaña artificial sólo para medir la popularidad presidencial. Eso sí que es inmoral.

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Finalmente, los ministros corderos de la 4T le dieron una puñalada al estado de derecho ayer, al validar la postura de la magistrada (es un decir) Loretta Ortiz, avalando la constitucionalidad de la ley Bartlett o reforma eléctrica. Los cuatro votos a favor fueron de la propia Ortiz, de Yasmin Esquivel, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, y el presidente de la SCJN, Arturo Zaldívar.

Los otros 7 ministros votaron en contra, lo cual abre la posibilidad de impugnar la ley vía amparo. Presenciamos un muy triste sometimiento del Poder Judicial al Ejecutivo. A esos cuatro ministros entreguistas les espera la condena eterna.

¡Hasta el lunes, amigos de Bahía y Vallarta!

(*) Periodista, comunicador y líder de opinión con casi 50 años de experiencia profesional.

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