Por Jorge Bátiz Orozco/Puerto Vallarta

Llegó la hora de ir de vacaciones y el mejor lugar, sin duda, la ciudad que lo vio nacer, su querido Acapulco, al que ha extrañado menos desde que se hizo vallartense desde el lejano 1996 cuando su experiencia en la hotelería y el servicio lo trajo a Puerto Vallarta y la Riviera Nayarit.

Jesús Carmona Jiménez, presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles de Bahía de Banderas, Nayarit, narra su experiencia, sus sentimientos encontrados al quedar atrapado en el piso 16 de un edificio durante los embates del huracán “Otis” que golpeó y afectó a su amado Acapulco, en el estado de Guerrero.

“Soy de Acapulco, planeé ir a mi tierra a visitar a los amigos, era el momento de ir de vacaciones al lugar que me vio nacer, por lo que armé mi plan para reunirme en la capital guerrerense con los amigos.

Nos informaron que un visitante non grato estaba por llegar, un tal Otis, considerado como una tormenta tropical, así que llegué el lunes, lo mismo que los amigos que iban de fuera, y los residentes, que ya nos esperaban.

El lunes cenamos de manera cordial, todo estaba bajo control, y el martes por la mañana cada quien se dedicaba a hacer sus pendientes, sus actividades, yo a atender cuestiones personales, ir al panteón y llevar flores y los demás a sus cosas.

Al mediodía nos reunimos a comer varios amigos, para en la noche, empezó a cambiar el escenario, la tormenta tropical se había transformado en un huracán de categoría 2; a las 10 de la noche el cielo estaba nublado, las lluvias subían, arreciaban, estábamos ubicados en una unidad en la costera en un dieciseisavo piso, todavía no se registraba ninguna alarma.

Nos dimos cuenta que la bahía se estaba cerrando, que los vientos eran fuertes, el golpe de agua tenaz, ahí recibimos un impacto al que no estábamos acostumbrados, o que nunca habíamos vivido.

Escuché que Otis ya era un huracán categoría 3, pero eso cómo se asimila, no sé cómo se mide, y aunque había aprendido un poco de los huracanes que se han vivido en Puerto Vallarta, te das cuenta que esto es algo diferente, además, estar en el piso 16 de un edificio cuando el aire se alebresta, la lluvia cae de una manera contundente, es una experiencia difícil de explicar.

UNA NOCHE DE PESADILLA

Son las 12 y media, la noche es tenebrosa, estamos en medio de un huracán, que ya está accediendo a la adultez, ya es categoría 4, así que se aparece una pregunta en el aire, ¿cómo se puede describir el miedo?

Cuando tienes un accidente, o casi chocas, o casi atropellas a alguien, dices… ¡ay qué miedo!, o se te acerca un perro, crees que te va a morder, sientes miedo, pero, eso en realidad no es el miedo, hasta que tiene que ver el tiempo, cuando todo se detiene, y te sientes inmerso en un acto brutal de la naturaleza, en algo que se va agrandando con un intensidad fuerte, con los vientos y el agua subiendo en intensidad, y te preocupas, pero ahora sí sientes miedo, un miedo que no puedes describir, crece, dura, es un miedo que se estaciona en ti, y conforme pasan los minutos se va incrementando, más aún al sentir cómo el edificio se empieza a mover, ahí tu mente está alerta, combinas palabras como miedo, resignación, y dices, ¡Dios Mío!

Yo no venía a Acapulco desde hacía más de un año, regresé a mi terruño que tanto quiero y me di cuenta que había vuelto para despedirme, no solo de mi ciudad, sino de la vida misma.

Cuando la resignación se apodera del pensamiento, es ahí donde te tienes que comunicar con Dios, cuando debes analizar qué tipo de relación tienes con él, y, sobre todo, cuando sabes que es el momento de agradecer todo lo que has recibido.

El pánico se hace presente, no sabes cuándo se va a acabar la pesadilla, no hay manera de controlar tus pulsaciones, el corazón se agita, late con la fuerza de los vientos, con la potencia de la lluvia que azota y se hace cómplice de un huracán que no tiene piedad.

Desde las profundidades del alma, del coraje y de la experiencia, aparece la fuerza, esa fuerza que te da la responsabilidad, la obligación de mantener la calma que te da el ser el más fuerte, o al menos mostrarte como tal, no te puedes dar por vencido.

En esas situaciones tu mente se aclara, tus neuronas reaccionan, y piensas, te haces práctico y positivo, te preguntas qué hacer desde ese escenario en donde te cuestionas, y dices voy a salir adelante, voy a ayudar a los míos, soy fuerte y tengo la experiencia que me ha dado la vida, es el momento de tomar decisiones.

Nunca había vivido una experiencia como está, ahí fue donde me pregunté, ¿qué relación tengo con Dios? Gracias por todo lo que me has dado, le dije al creador.

Y no es que haya vuelto a nacer, sólo que estuve en el ojo del huracán, para utilizar un lugar común, a diferencia del accidente que me tuvo en coma, este es un evento en el que yo no soy el protagonista, solo un instrumento.

No tienes permiso de entrar en pánico, porque debes ser fuerte para los demás, y aun cuando los otros entren en terror, hay que saber cómo manejarlo, alguien tiene que controlar la situación, metí a la gente al baño para protegerla, la frialdad para tomar decisiones te la da la experiencia, la vida misma, yo aprendí mucho en mi paso por este mundo.

También fui testigo de la maldad humana, de la forma cómo aquellos oportunistas, cual aves de rapiña, se robaban cosas, sillas de escritorio, en lugar de comida para sus familiares, se apoderaban de pantallas, de computadoras, aprovechando ese ‘remate huracanado de mercancías’.

Lo más importante es darte cuenta que estás vivo, hay que ver la manera de aportar para ayudar a la gente necesitada, yo me llevé números de teléfono que me daba la gente para que avisara a sus familiares que estaban bien, cuando iba de salida, cosa que hice con gusto y de manera solidaria.

¿Cómo prepararte, cómo enfrentar vientos de más de 350 kilómetros por hora, lluvias intensas?

Después de vivir esta experiencia, una de las preguntas que me vienen a la mente es… ¿qué es el miedo?, ¿cómo se explica?, ¿cuándo y cómo se siente?

PREVENCIÓN, PREVENCIÓN

Así finalizó Jesús Carmona su crónica del miedo, un hombre que ya se enfrentó a la muerte en varias ocasiones, que ha desafiado al peligro, que ha gozado del éxito en una gran cantidad de proyectos y retos, quien desde 1996 ha visto crecer al destino, a Puerto Vallarta y Riviera Nayarit, “lugares que me recuerdan al Acapulco que yo dejé, el auge con el mercado canadiense y estadunidense, nacional y europeo, el mismo mercado que teníamos en Acapulco y con el que tendrá que trabajar la industria en mi tierra para levantarse”.

Jesús hizo hincapié en felicitar a las autoridades, a la gente de Protección Civil de Puerto Vallarta, y Bahía de Banderas, que cada media hora te están informando sobre estas alteraciones y berrinches de la naturaleza; allá en Acapulco se durmieron, dijo, “es el momento de trabajar, tanto hoteleros como la iniciativa privada en general, hay que cuidar de nuestra gente, saber de qué manera nos vamos a prevenir, ya que debemos aprender de las desgracias y vivir las experiencias siempre como un aprendizaje”.

TARDARÁ LA RECUPERACIÓN

Acapulco va a tardar mínimo dos o tres años en recuperarse, tienen que analizar los hoteleros y dueños de edificios qué sigue, -o reparas los daños o remueves y los construyes de nuevo-.

Es importante esta toma de decisiones, hay construcciones muy dañadas, tendrá que ver mucho el apoyo que dé el gobierno federal, que por otra parte es muy mediocre, del estatal, sin comentarios y el municipal, mejor ni hablar.

Para Jesús Carmona la iniciativa privada también juega un papel importante, “regresando a los años 40 o 50, que es cuando nació Acapulco al turismo nacional e internacional, quien le dio futuro fueron Miguel Alemán, por un lado, y Emilio Azcárraga, por otro lado, la iniciativa privada debe hacer que Acapulco sea nuevamente el que fue hace treinta años”.

Acapulco necesita mucha ayuda, toda esa gente que trabaja en hotelería y en restaurantes está muy mal, yo solo quiero decir a mis paisanos que aguanten, que no pierdan la fe, que se unan, vendrán momentos difíciles, hay que ver por ellos, yo soy de Acapulco y quiero lo mejor para mi gente, esto es un parteaguas para que se den cuenta que es momento de sacar lo que son, unos buenos acapulqueños, finalizó Jesús Carmona.

AGRADECIMIENTO DE CORAZÓN

Jesús Carmona no quiso desaprovechar la oportunidad de agradecer a quien considera como su gran maestro, amigo y hermano, José Antonio Ayala, que siempre ha estado al pendiente de él, desde su infarto en el año 2007, su accidente en el 2010, y en esta ocasión en el tema del huracán, ya que siempre ha estado presente, “por lo que tengo que decir, con el corazón en la mano, que no ha habido nadie que haya estado al pendiente de mi vida como José Antonio, él siempre me ha dado fuerza en todos los momentos, desde la muerte de mi esposa, hasta la semana que estuve en Acapulco cuando por fin me contacté con él y sentí que estaba muy preocupado por mí, me dio la fuerza y sus palabras son invaluables”.

YA ES “PATA SALADA”

Te invitamos a conocer al presidente de la Asociación de Hoteles y Moteles de Bahía de Banderas, con más de 20 años de experiencia en la hotelería y quien en 1996 se quedó enamorado de Puerto Vallarta y Riviera Nayarit, al punto de convertirse en un residente de hueso colorado.

Lo que se pensaba como un viaje de meses a Puerto Vallarta se convirtió en su hogar, gracias a su arduo trabajo y visión, Jesús Carmona laboró por 17 años en el complejo Paradise Village, convirtiéndose en jefe de servicios externos, a cargo de áreas como el club de golf o los restaurantes de especialidad.

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