Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

La playa de Chacala, en el municipio de Compostela, ha recibido por dos años consecutivos la bandera blanca y su certificado de “playa limpia” de parte del Instituto Mexicano de Normalización y Certificación y funcionarios de Turismo del estado y del municipio se presentan a tomarse la foto con el documento correspondiente, pero los habitantes no se explican cómo es que se expiden dichos certificados si las playas registran serios problemas de contaminación de aguas residuales del pueblo.

Aunque en el pueblo existen varios hoteles que reciben turismo nacional e incluso internacional, ninguno de estos establecimientos de hospedaje cuenta con planta de tratamiento y menos la comunidad, porque los últimos ayuntamientos no se han preocupado por hacer las gestiones correspondientes ante la Comisión Nacional del Agua.

MÁS PROBLEMAS

Los funcionarios llegan a comer un pescado zarandeado que no pagan y hasta se hacen amigos de los restauranteros que les pueden “patrocinar” un lote, cerca de la playa, de esos que ya no hay muchos, o terrenos donde ponen letreros  “prohibido construir en reservas o terrenos para uso recreativo del pueblo”.

Hasta ahora, no hay quien se interese por arreglar y pavimentar sus calles y ponerles aunque sea un pedazo de machuelo o banqueta.

Los vecinos quisieran que algún funcionario viniera para pedirle que arregle los baches. En Chacala no se ha visto jamás a un policía, ni siquiera a “echarse un taco”.

Los “gestores” de los regidores nunca llegan ahí a procurar la organización del pueblo, el cual carece de una plaza pública, ni un lugar “más o menos” digno para los eventos comunitarios.

Los residentes se han formado una frase: “ah, Chacala, tan cerca del mar, pero tan lejos de los gobiernos”.

AUTOGOBIERNO

Debido a esto, la gente ha tratado de tener un “autogobierno”, pues han entendido y aprendido lo que es vivir y organizarse en comunidad, para integrar al pueblo al proyecto nacional y experimentan entre ellos mismos.

El punto es que todos los pobladores, incluyendo a residentes extranjeros, pagan sus impuestos como el predial, pero de nada les sirve, porque no hay retorno de ninguno de esos centavos o millones invertidos en este lugar.

En los predios agrícolas y las montañas de selva silvestre se generan graves incendios que se extienden a los cerros cercanos, ante los que la gente del pueblo se siente impotente, pues no hay bomberos, ni brigadistas de Protección Civil, pues las estaciones están hasta Rincón de Guayabitos o en Compostela y nadie se hace responsable.

Pasan los días y la gente donando pipas de agua, extinguidores y valientes habitantes de la localidad tienen que salir a apagar el fuego poco a poco.

Es claro que por esto y mucho más, por la falta de servicios y atención de gestoría, los habitantes de Chacala, se sienten abandonados de la cabecera municipal.

Por eso con gusto muchos de ellos se unirían a la intención de crear otro municipio al sur de Compostela, en conjunto con los grandes pueblos de Rincón de Guayabitos, Los Ayala, la Peñita de Jaltemba y Las Varas.

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