By José Reyes Burgos
Puerto Vallarta
Marina Vallarta y Nuevo Vallarta: dos zonas densamente poblaldas no por ciudadanos locales de Puerto Vallarta (Jalisco) y Bahía de Banderas (Nayarit), sino por turistas que se hospedan en los lujosos hoteles que ahí se han levantado para satisfacer la demanda en el auge turístico de la región.
Ambas son, por vocación, zonas hoteleras ya no cuentan con un sólo metro cuadrado disponible para crecer, y los afortunados complejos hoteles y condominios que se levantaron en dichas áreas, hoy gozan de las mejores vistas al mar y están rodeados de naturaleza.
Pero esta parte de la bahía no siempre fue así; originalmente, y hasta mediados de los años 70′, aquí aún se extendía una enorme zona de manglar y pantanos, que esencialmente era parte de lo que hoy conocemos como El Salado. No fue sino hasta que el proyecto ejecutivo de la Marina Vallarta, inaugurado en 1993, terminó su construcción, que la expansión hotelera miró hacia el otro lado del río Ameca y comenzó la construcción de Nuevo Vallarta.
Hoy, ambas zonas apenas dejan un pequeño espacio de rivera del río Ameca, junto al Aeropuerto Internacional, y una playa (Boca de Tomates) libre de construcciones con flora y fauna salvaje intacta. Pero se han convertido en el corazón de la actividad hotelera de la región, con importantes cadenas operando en grandes complejos situados en esta franja.
El fotógrafo vallartense Arturo Pazos, sin embargo, nos recuerda en una serie de fotografías de su autoría como lucía esta parte de la bahía antes de que llegara todo ese desarrollo y cuando la naturaleza reverdecía el panorama, así como el proceso de levantamiento de los primeros hoteles.
Actualmente, la actividad de los campos de golf y hoteles se combina con la presencia de cocodrilos y aves exóticas, en lo que se dejó del hábitat de manglares. Pero como se muestra en las fotografías, alguna vez aquí existió un paraíso increíblemente esplendoroso, que hoy es hogar igual para turistas, que para fauna.
