TERCERA LLAMADA

Por María José Zorrilla

Han sido semanas de mucho trabajo en la participación de la Expo Retrovisor: la historia puede verse más cerca de lo que parece. En el ínterin un viaje relámpago a Guadalajara para renovar la visa americana. Trataba de dormir durante algunos tramos, el cansancio parecía vencerme, pero en una especie de duermevela volteaba a ver el paisaje otrora verde y vibrante que más bien parecía haber sido arrasado por las brasas de un incendio.

Triste escenario común hoy día en buena parte del territorio nacional. Aun así, este devastador panorama para esta parte del Occidente de México parecería vergel en comparación con lo que nuestros compatriotas norteños están padeciendo. Nunca se habían esperado huracanes con tanto fervor. Ojalá y el Dios Tláloc nos haga pronto el favor. Urgen lluvias.

Al pasar por la zona tequilera mucho llamó mi atención algo que un hermano había comentado en su último viaje a Vallarta, hay agaves a orilla de carretera, sin exagerar a escasos centímetros de la cota que delimita el asfalto.

Desconozco si son terrenos federales, pero sorprende ver los almácigos peleando espacio con la carretera nacional. Al llegar a Guadalajara tuve la suerte que Lionel un buen amigo me atendiera y desde la llegada a la central, gocé de su compañía y su hospitalidad.

Al día siguiente fueron dos terribles horas de espera afuera de una oficina donde se realizan los trámites para visados. Sin orden alguno, con gente de todas edades, en sillas de ruedas, esperábamos las migajas del tiempo que definitivamente no había sido calculado con el más mínimo respeto a la dignidad humana. Más de tres horas de retraso llevaba el reloj del consulado.

Rayo de sol partido y anhelando ser llamados en aquel maremágnum de personas, la confusión era mayúscula ante el terror de perder la ansiada cita para obtener el pase a la gloria. Una oficina media maltrecha que como mexicanos no deberíamos permitir. Por doquier había más de 200 personas arremolinadas sin orden ni concierto porque las filas no servían de absolutamente nada.

Hasta las jornadas de vacunación en México, en medio del pánico del COVID mostraron bastante más orden y respeto que lo que sucede en la calle Unión en Guadalajara. Espero de revancha no me vayan a negar la visa, pero imposible dejar de lado un comentario donde gente de Chiapas, Guerrero, Guanajuato, venían con la ilusión de obtener la visa para visitar a sus hijos que hacía más de 20 o 30 años no habían tenido la suerte de ver y pasaron las de Caín.

El tema de los migrantes mexicanos despiertan mi más profunda admiración y remueven los más intrínsecos sentimientos de piedad por esa gente que se parte el alma y el lomo para tener mejor vida y dejar de lado familia y hogar.

No me pude controlar y al verlos con su modestia encima y su ilusión por llegar a abrazar a sus hijos, me salieron unas lágrimas y poco me importó llegar a la foto con los ojos vidriosos. Pasé la prueba de fuego, y de regreso a la realidad en Vallarta. Más trabajo para concluir con mis compañeros de trabajo la Expo Retrovisor cuya inauguración fue bastante exitosa, pero que ya ha empezado a tener repercusiones sociales y políticas, amén de no estar exenta de comentarios, quejas y felicitaciones.

Hay quienes al no ver sus nombres han reclamado. Y en efecto, hay muchos nombres que faltan, material que no se consiguió, temas que se omitieron, pero esa línea del tiempo de 104 años de historia cultural en Vallarta es apenas un ejercicio que tuvimos la osadía de emprender un grupo de apasionados amantes de la cultura, como jamás se había realizado en la ciudad.

En la OPC (Oficina de Proyectos Culturales) tenemos la apertura para aceptar crítica y comentarios. Este esfuerzo tiene ese objetivo, como muchos de nuestros trabajos previos.

El arte es provocación y nuestros diálogos y propuestas buscan la reflexión, el análisis, porque al igual que el campo mexicano tan necesitado de agua y nutrientes, nuestro trabajo también requiere que se le nutra.

En 104 años de historia, hay tanto que se ha perdido, se ha olvidado, se ha perdido en el tiempo y ha llegado el momento de emprender algo más allá del simple reclamo.

Recordando al gran Manuel Buendía que fue asesinado hace 38 años un 30 de mayo, a nuestra muy pequeña escala y parafraseando a Poniatowska, al menos nosotros tratamos de no olvidar ni confundir nuestra historia en un infame batidillo.

La historia está en construcción y todos somos parte de ella si nos proponemos reconstruirla con honestidad.

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