Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas

El Anclote, el pueblo que hace décadas solo constaba de unos cuantos restaurantes, se llena de nuevos negocios de todo tipo, gracias al turismo que arriba para tener algún paseo para avistamiento de ballenas o para llegar a la Playa del Amor, en el parque nacional Islas Marietas.

La sensación que recibe el visitante desde que se baja del autobús, en el ingreso al Hotel Four Seasons, es de un pueblo de purgante economía ya que varios negocios de comida se encuentran a un lado de la tienda Oxxo y en las primeras calles del pueblo, antes de bajar hacia la zona de playa y a los embarcaderos.

Siguen al lado izquierdo varias cafeterías elegantes y una taquería más y en la calle principal ya se instalan todos los días puestos de artesanías a todo lo largo dejando apenas un estrecho carril para la circulación vehicular y el acotamiento derecho para los peatones que tienen que esquivar diversos exhibidores de mercancías, incluyendo tablas de surf.

En lo que es la Cooperativa de Prestadores de Servicios Turísticos, enfocados sobre todo a llevar turistas a las Islas Marietas, también se han instalado pequeños negocios, aunque el negocio más importante es el enorme hotel Mesón de Mita, que todavía no bloquea los accesos a la dársena y al espigón principal, pero seguro que en un futuro lo hará, pues el espacio es reducido.

INVADEN ÁREAS PÚBLICAS

Lamentablemente este crecimiento también provoca invasión de áreas públicas, como la que hacen los mismos pescadores que con plásticos van cerrando poco a poco el paso para apropiarse del terreno a menos de dos metros del mar y no se deja nada para la playa. Incluso se apoderan de áreas de canales de aguas negras sin que la autoridad haga nada.

El hecho es que las construcciones de más de dos o tres niveles aumentan a ambos lados del pueblo, como el edificio que se hace en el pueblo de Emiliano Zapata a un lado de la carretera.

Lo increíble es que a pesar de todo lo que esto significa en ingresos para el ayuntamiento, éste no se preocupa ni siquiera por limpiar las calles y la basura está siempre presente para donde el visitante mire, tanto en el espigón de piedra, donde los pescadores se emborrachan con cerveza desde temprano, como a la orilla de la carretera.

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