By Por Eugenio Ortiz Carreño/Bahía de Banderas
La región de la bahía de Banderas ha registrado el mayor crecimiento en población y territorio a nivel nacional y por ello representa un reto enorme para los habitantes, porque hay que moverse mucho y para las autoridades para llevar a todo el territorio urbanizado todos los servicios como son iluminación, agua y transporte; además, hay que construir escuelas, clínicas, comercios, parques y espacios públicos.
Lo anterior fue afirmado por la arquitecta Sara Topelson, en la exposición que hizo en la Primera Reunión de la Federación de Colegios de Arquitectos de la zona Occidente, en donde abordó el caso de Bahía de Banderas como un caso de metropolización en México y lo cual pone en riesgo la sustentabilidad.
La arquitecta fue subsecretaria de Desarrollo Urbano en los tiempos de Julia Carabias y es Premio Nacional de Arquitectura 2021 y tiene una larga y muy reconocida trayectoria profesional.
Desde su punto de vista, estableció al inicio de su conferencia, que el reto hoy es hacer edificios que consuman el mínimo de energía.
Resaltó que la sustentabilidad de las ciudades es una prioridad y destacó que el principio de sustentabilidad fue definido en 1987 y dice que el desarrollo sustentable es aquel que tiene la capacidad de satisfacer las necesidades de hoy, sin comprometer las necesidades de las próximas generaciones; esto es, que no se contamine tanto el planeta, que en 25 años próximos no haya posibilidad de una vida sostenible.
En otras palabras, añadió, “no podemos quitarla a la naturaleza más de lo que puede renovar y no podemos arrojar más de lo que pueden asimilar. Por eso hoy son tan importantes los edificios Ner Zero, porque no arrojan al ambiente todos sus desechos y no consumen más de lo que es necesario”.
Resaltó que hoy las tecnologías contemporáneas permiten contar con elementos como los paneles solares y otros más que brindan las condiciones básicas de sustentabilidad, que es la adaptación a la naturaleza, mínima perturbación de la naturaleza, mantener niveles adecuados de calidad aire y agua y energéticos y siguiendo con esas condiciones básicas, mantener la diversidad de las especies, manteniendo el equilibrio y los ecosistemas, no porque no podemos seguir vulnerando los ecosistemas, y garantizar el funcionamiento de los ciclos ecológicos.
Al referirse al caso Puerto Vallarta y su crecimiento, destacó que en 1980 o 2010, se hizo un estudio sobre 140 ciudades del país y sus zonas metropolitanas, como eran en 1980 y cómo crecieron a 2010, 30 años de crecimiento y expansión territorial. Y si bien es cierto que las zonas turísticas tienen características especiales, Puerto Vallarta por ser destino turístico las tiene.
Puerto Vallarta tenía una población de 57 mil habitantes en 1980 y ocupaba una superficie de 285 hectáreas, esto es en la zona conurbada, que comprendía Puerto Vallarta y Bahía de Banderas. Para 2010 ya había crecido cinco veces su población a 250 mil habitantes y ocupaba cinco mil hectáreas, para 2010 ya tenía casi 400 mil habitantes, hoy llega a medio millón y ocupa 6 mil 242 hectáreas.
Lamentablemente, añadió, esto no hay a quien le interese, pero el libro está en la red y destaca que la población creció 7 veces.
Expuso que en un mundo ideal, el territorio debió haber crecido 7 veces, por ser zona turística hasta 10 a 12 veces, pero cuando crece 21 veces, representa un reto enorme para los habitantes y para las autoridades.
Para los habitantes porque hay que moverse mucho y para las autoridades porque hay que llevar alumbrado público, agua, hay que tener transporte, hay que construir escuelas, clínicas, comercios, parques, espacios públicos y el recurso de que dispone el municipio no da para esos crecimientos exponenciales en el territorio y debería haber políticas para controlar el crecimiento expansivo, de las ciudades.
En resumen, dijo, hay que controlar la expansión de la ciudad, hay que incrementar la densidad, la mezcla de uso de suelo y la vivienda sustentable, hay que mejorar el entorno en el futuro, hay que fomentar el reciclaje y la reutilización de los materiales, los proyectos arquitectónicos, reducir el consumo de agua a partir del reciclaje, o la cosecha de agua, así como las alternativas de fuentes de energía con calefactores solares de todo tipo o colectores de agua, así como la vivienda de entornos integrales y la movilidad articulada, que reduzca tiempos y movimientos a los habitantes.
