PLANTILLA.jpg - “Otis” y la incapacidad de los tres niveles de gobierno

Lo que está sucediendo en el país en cuanto a la información que estamos recibiendo de Acapulco, tiene dos versiones:

1.-La oficial del gobierno federal generada, fundamentalmente, por el jefe del Ejecutivo, Andrés Manuel López Obrador.

2.-La que resulta por la prensa nacional y por la gente y sus familiares que vivieron la devastación del huracán “Otis”.

El nivel de destrucción en momentos se torna indescriptible. Es definitivo que en nuestro país nunca se había visto el nivel de destrucción que causó Otis. Los análisis satelitales muestran a un Acapulco arrasado por el huracán. Todo México debe de entender que esa devastación nos enfrenta a una verdadera “crisis humanitaria” y es evidente que el Estado mexicano no tiene los recursos necesarios ni en los momentos presentes ni en un futuro inmediato.

De la crisis humanitaria sigue la evidente crisis sanitaria que ya está impactando a la población, hay voces de ciudadanos que están padeciendo la realidad que hoy afecta a Acapulco que claman que la fetidez imperante es olor a muerte. Enfermedades gastrointestinales, conjuntivitis, problemas dermatológicos y el inicio de un brote de dengue y de cólera es problemática que se empieza a sentirse en la población.

Un hecho evidente que emerge en toda su realidad es que reconstruir Acapulco y reactivar su economía requiere más recursos de los que el gobierno viene anunciando, ya hay estimaciones que anuncian que los daños materiales oscilan entre 250 y 350,000 millones de pesos.

Las estadísticas oficiales indican que cerca de 350,000 personas trabajan en Acapulco y la gran mayoría se emplea, sobre todo, en turismo y servicios, fuentes laborales que han desaparecido y que dejan a esta base trabajadora sin empleo.

Darle fuerza y vitalidad a Acapulco demandará un gran esfuerzo económico del Estado. El manejo presupuestal requerido tiene que contemplar partidas de 2024, 2025 y 2026; cualquiera de las dos mujeres que asuma la Presidencia del país tiene una difícil tarea a emprender para el próximo sexenio.

Otis ha evidenciado muchas situaciones en nuestro país, desde el tan difundido cambio climático y sus repercusiones, pero fundamentalmente ha expuesto la ineptitud e irresponsabilidad de los tres niveles de gobierno, destacándose con creces el gobierno federal. La improvisación y las malas decisiones han salido a relucir de inmediato, acudir a Acapulco por parte de Ejecutivo nacional por carretera a sabiendas que existían múltiples tramos bloqueados e intransitables, demostró que de lo único que se trataba era de crear un show mediático del presidente y que en un vehículo militar le tomaran fotos resultaron en una imagen ridícula, atascado en el lodo rodeado por militares que no sabía qué hacer y, finalmente, fue puesto en una camioneta de redilas como si fueran ganado, el Presidente y sus acompañantes.

De la estancia del presidente en Acapulco se sabe poco, lo único que se pudo detectar fue la urgencia de volver a la Ciudad de México, por supuesto que el regreso ya no fue por vía terrestre, había que dormir muy confortable y cálidamente en Palacio Nacional a diferencia de miles de familias en Acapulco, ya que al día siguiente era importante ejercer su tradicional y única forma de gobernar que es a través del púlpito de la mañanera.

Mientras en Acapulco se desataba el vandalismo con una rapiña, evidenciando la ausencia total de la gobernadora de Guerrero, imágenes que le han dado la vuelta al mundo y, para colmo, de estas primeras horas del desastre inició la confiscación de la ayuda que iniciaba a llegar, y en esos momentos tan desquiciantes, llega la orden presidencial de que sólo el sector oficial sería el encargado de repartir la ayuda, olvidando que siempre en cualquier tipo desastre en nuestro país, siempre la sociedad civil ha salido a brindar ayuda y apoyo a los mexicanos, inclusive mucho antes que el sector gubernamental en áreas de riego evidente con ciudadanos agobiados por la tragedia y el dolor.

Y en este caos inicial, sin quien dirigiera un plan con una ruta de responsabilidades claras y específicas, el presidente, la gobernadora y la alcaldesa se mostraban ausentes. Al día siguiente de la tragedia de Acapulco, el presidente se dirigió al Estado de México a seguir con su ordinaria y habitual agenda.

Y lo inconcebible sucedió de parte de la alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, quien decidió -a pesar de la catástrofe- celebrar su segundo informe de gobierno y sin importarle el sufrimiento de la población realizó su evento y lo celebró con baile, fiesta y fuegos artificiales. La historia dará testimonio del desastre en organización causada por la cuarta transformación encabezados por el presidente de la República, la gobernadora de Guerrero y la alcaldesa de Acapulco.

Y las preguntas seguirán: ¿Por qué no se dio adecuadamente el aviso avisó del huracán Otis? ¿Por qué no se previnieron refugios para la población y para el turismo? ¿Por qué el Ejército y la Marina no estaban listos y preparados y no fueron capaces de detener el vandalismo? ¿Por qué el presidente no dijo nada? Y muchas, muchas más preguntas que siguen y seguirán en el aire.

Hay dos hechos que ocurrieron con Otis la madrugada del 25 de octubre de 2023: Nunca en México habíamos tenido un huracán de tal magnitud y nunca en habíamos tenido un gobierno tan ineficiente ante un desastre de esta magnitud.

(*) Jorge Villanueva Hernández, empresario e inversionista en Puerto Vallarta y Bahía de Banderas.

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