EDITORIAL

Cuidar la imagen de un destino turístico no solo es importante, sino fundamental para contribuir con su éxito en los mercados nacional e internacional. Sí, aunque parezca disco rayado, es cuestión de vida o muerte para el centro vacacional y su gente.

En ese renglón el sector hotelero de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas hace la parte que le toca, al trabajar de manera particular y en conjunto con el gobierno municipal en turno para mantener las playas limpias y ordenadas.

Esto, amén de la participación de otras empresas turísticas, restaurantes, organismos y organizaciones que participan activamente en estas tareas que tienen que realizarse todo el año.

La limpieza de las calles, el cuidado de jardineras y camellones, iluminación pública, mantenimiento y cuidado de la infraestructura es, eminentemente, responsabilidad municipal y es ahí en donde el gobierno en turno debe poner mucha atención y manos a la obra.

Ahora mismo, en el malecón de Puerto Vallarta hay varias baldosas sueltas y rotas a la altura del faro, las calles aledañas a Leona Vicario huelen a orines a todo lo largo hasta desembocar en la orilla del mar, sobre la avenida Francisco Medina Ascencio el edificio ocupado hace unos años por Blockbuster es refugio de indigentes, ofreciendo un lamentable espectáculo al nutrido número de turistas que pasan a toda hora por el lugar.

Hay que decir que existen otro tanto de problemas de imagen turística y urbana que deben resolverse ya para no seguir dañando al destino.

Y no es que sea culpa del gobierno municipal, pero resulta urgente poner manos a la obra y resolver los problemas pendientes que, muchas veces, son provocados por la inconciencia de los propios habitantes y turistas, porque hasta perece que éstos así tienen su casa de sucia y descuidada.

Justo aquí recordamos los comentarios de un estimado hotelero ya desaparecido, quien nos confesó que en sus viajes anuales de promoción a ciudades de Canadá vendía muy bien a Puerto Vallarta, destacando todas sus virtudes turísticas como el mar, sol y playa, así como su pueblito típico mexicano empedrado, al pie de la montaña y bañado por las aguas del Océano Pacífico.

Nunca olvidó hablar bien de la amplia gastronomía local, de sus variados servicios, espectáculos, oferta nocturna y opciones de diversión en mar y montaña.

Sin embargo, con mucha pena este entusiasta hotelero lamentó que una cosa era lo que vendía y otra lo que los turistas llegaban a encontrar en el destino turístico: Un centro de la ciudad con tráfico vehicular al tope, camiones y taxis de segunda, falta de iluminación adecuada, anuncios luminosos en exceso, ruido a más no poder, basura abandonada varias horas en las esquinas de los negocios, etcétera, etcétera, etcétera…

Aun así, este buen amigo hotelero nunca perdió la fe y amó a Puerto Vallarta con mucha intensidad, hizo lo que pudo y trabajó por el destino turístico desde su trinchera, la mayoría de las veces sin el apoyo del gobierno municipal en turno que, fiel a la tradición, se colgaba en cada oportunidad los milagritos alcanzados en materia de turismo.

Es por ello que ante el panorama actual resulta indispensable cerrar filas para corregir errores y mejorar las condiciones del destino turístico, sobre todo ahora que las cosas están bien en llegada de turismo, porque una vez que se acaben las vaquitas gordas será más difícil poner en orden la casa.

Es ahora mismo que hoteleros, empresarios y autoridades municipales deben reunirse y llegar a acuerdos que permitan hacer de Puerto Vallarta un verdadero destino turístico de primer nivel, con esa tan cacareada calidad con que se vende en México y el extranjero.

Y es que –dicen- “de lengua me como un taco”. Ahora sí que “hasta no ver no creer”. Puerto Vallarta –y también Bahía de Banderas y su marca turística Riviera Nayarit- lo merece, es la principal fuente de sustento de todos y como tal estamos obligados a asumir el compromiso de trabajar por la ciudad.

No hace falta esperar a que inicien las campañas políticas ni comenzar a recibir promesas electorales para mejorar las condiciones del destino.

Es la hora, hay condiciones para trabajar por el Puerto Vallarta que todos queremos y que nunca tuvimos, sin soluciones para siempre, pero sí para este y los años por venir.

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