OPINIÓN

“Para mi querido hermano Jorge Berry”

Por Pattie Berry

Queridos lectores de la columna de Jorge Berry. Soy Pattie, la hermana de Jorge, y ya nos conocemos, por algunas veces que le robé a Jorge la computadora y yo escribí en su espacio.

Estoy segura que todos están enterados que Jorge falleció repentinamente el 13 de julio pasado, hace ya casi un mes. Las llamadas telefónicas, los textos por Whatsapp, los e-mails, los mensajes en Twitter, en Instagram, en persona, han sido cientos y cientos; las columnas, reportes y reportajes, comentarios y hasta programas especiales, en todo tipo de publicaciones y plataformas en televisión y digitales, ni siquiera traté de contarlos. La realidad es que la fuerza e intensidad de la reacción nos tomaron por sorpresa.

En línea directa, nos hemos quedado en este mundo yo, mis otros dos hermanos, Raúl y Roberto, dos hijas y dos nietos bebés de Raúl, una hija y un hijo de Roberto y, principalmente, los 4 hijos de Jorge, Danna, Alejandro, Alana y Pablo, además de los 3 hijos de Danna: Mariela, Eduardo y Patricio, sus adorados nietos. Los 3 chiquitos conocieron a Jorge como un abuelo amoroso, consentidor, divertido y siempre dispuesto a jugar y comer helado; lo bautizaron como “Apá”. Y como la más grande tiene apenas 6 añitos, no alcanzan a comprender qué pasó, y, afortunadamente, sus coranzoncitos siguen intactos… un gran consuelo.

Los demás con sangre Berry Corral en las venas, y las primas con quienes crecimos, sí nos quedamos muy heridos, muy dolidos, muy tristes y, sobre todo, conscientes de su ausencia. Al mismo tiempo, todos nos sentimos muy agradecidos con Dios, con el universo, o como cada quien le quiera llamar, por el tiempo que lo tuvimos cerca, por todo lo que compartimos y llenos de orgullo y admiración por sus logros.

No sé la razón, pero Jorge siempre mantuvo su vida profesional lo más separada posible de su vida familiar, de manera que hasta ahora nos vamos dando cuenta, realmente, de cuántas vidas tocó y del alcance de sus acciones e influencia en el mundo de las noticias. Jorge fue periodista, pero más allá de lo que todos sabemos, hemos descubierto que fue amigo, mentor, maestro, compañero, consejero y confidente de muchos de sus colegas y colaboradores. Desde sus jefes y hasta los productores, camarógrafos o maquillistas, todos tienen historias que contar sobre Jorge. A veces de mal humor, a veces contento, desvelado, desmañanado o enfiestado, lo que me han dicho es que siempre estuvo ahí para todos. Y lo creo, porque es lo que se entiende de las llamadas con lágrimas en la voz y tantos y tantos mensajes que hemos recibido.

Nunca fue fácil ser la hermanita de Jorge. Desde siempre fui el blanco de sus ocurrencias, a veces chistosas y, otras veces, pesadas y hasta crueles, pero también fui siempre su cómplice incondicional. Le hacía sus tareas de la escuela, sobre todo de dibujo, porque tenía dos manos izquierdas y no era zurdo; me levantaba a medianoche para que le hiciera huevos revueltos con jamón; yo era la primera que se enteraba cuando reprobaba una materia en el colegio, había un 5 de color rojo en su boleta y le dolía el estómago de nervios por la regañiza que le esperaba. Me celaba más que nadie, así que yo era objeto prohibido para sus amigos y conocidos, cosa que no impidió que adquiriera de novio al hermano de uno de sus cuates rockeros, justo antes de cumplir 15 años. La cara de sorpresa, furia y, finalmente, risa de Jorge el día que nos cachó dándonos un beso, nadie la vio más que yo, y jamás se me podrá olvidar.

Ya divorciado de Adriana, Jorge regresó a vivir con mi mamá y conmigo hace unos 20 años y nos volvimos a conocer, ya como adultos. Gracias a la madurez que adquirimos por las enseñanzas de la vida, todas las bromas pesadas, la competencia, los pleitos y discusiones, típicos de adolescentes, se volvieron motivo de risa y lo que quedó entre nosotros fue un gran respeto por lo que cada uno logramos en la vida, y mucho amor (y es la verdad, aunque suene cursi). Aparte de ser hermanos, nos volvimos amigos, compañeros y, simplemente, reanudamos nuestra complicidad. El respeto que nos teníamos nos permitió ayudarnos en nuestros trabajos, él como periodista y yo como financiera y, finalmente, hacer algunas presentaciones juntos.

Como se han de imaginar, con Jorge se fue una parte de mí, exactamente como me ocurrió cuando falleció mi mamá, mi constante durante 60 años. Es la razón por la que hasta ahora, casi un mes después, he podido escribir de él; lo intenté varias veces, pero no veía bien, la pantalla y el teclado se me nublaban, creo que por lágrimas.

De parte de toda la familia, quiero agradecer a todos sus lectores haber estado al pendiente de su columna. Muchas gracias por los comentarios que le hacían; todos lo hacían reflexionar. De igual manera, estamos muy, muy agradecidos con Carmen Sofía Reyes Zúñiga y con Arturo Ibarra, pilares del periódico Vallarta Opina, así como con los patrocinadores de la columna. Le tuvieron fe, le abrieron las puertas de par en par, y le permitieron seguir ejerciendo su vocación. A todas las personas con las que tuvo contacto aquí en Puerto Vallarta les agradecemos, con todo el corazón, que lo hayan acogido como sólo lo sabe hacer la gente de este pedazo de paraíso. Una noche, veíamos alguna serie en la televisión y, sin más, me dijo, textualmente: “Muñe, estoy tan contento, tan a gusto. Los dos años y medio que hemos vivido en Vallarta han sido los más felices de mi vida”. Ese comentario es mi mayor consuelo y me llena de gozo porque Jorge, sin lugar a duda, vivió su vida intensamente y partió feliz.

Mi Coque, Goy (Raúl), el Cacho (Roberto) y yo (la Muñe) estamos muy orgullosos de ser tus hermanos. Gracias por todo lo que nos diste y nos enseñaste. Te quedas en nuestros corazones para siempre.

¡Buen viaje, mi Coque!

¡Hasta siempre, amigos de Vallarta y Bahía!

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