Agencias/EFE/Francia

El ministro de Transportes de Francia, Clément Beaune, aseguró que “no hay casos confirmados” de chinches en el metro y los trenes franceses, a pesar de fotos y testimonios que circulan en las redes, y pidió “no caer en la psicosis”.

“No ha habido casos confirmados de chinches en los metros o los trenes, quizá los tengamos los próximos meses o semanas, como en todas las grandes ciudades del mundo”, explicó ante la prensa Beaune, después de reunirse con los principales operadores de transporte del país.

El ministro quiso enviar un mensaje de “confianza, transparencia y vigilancia” sobre la plaga de chinches que se ha convertido ya en un asunto de Estado en Francia.

“Las fotos (de internautas) las hemos tomado en serio, no hay que caer en la negación ni en la psicosis, esos casos los hemos verificado y no hay nada confirmado (…) Insisto también en el hecho de que a los chinches les molesta la luz” que hay en los vagones, refirió.

Con París como ciudad más afectada por ser la más poblada y densa, la plaga de chiches también se ha propagado a otras grandes urbes, como Marsella, donde un instituto de enseñanza media ha cerrado temporalmente por la presencia de ese insecto.

La propia primera ministra de Francia, Élisabeth Borne, ya consideró este martes que la plaga de chinches de cama es “un calvario” para los afectados y detalló que este asunto se tratará en la comisión interministerial que tendrá lugar el viernes próximo.

En esa reunión habrá “decisiones y orientaciones”, avanzó hoy el portavoz del Gobierno, Olivier Véran, que recalcó que esta plaga afecta a la sanidad, la economía, los transportes y el turismo, por lo que hace falta “un enfoque global”.

Estos minúsculos parásitos del tamaño de una pepita de manzana se alojan en los colchones, almohadas, sábanas y otras ropas de cama. Se alimentan mediante picaduras, especialmente por las noches. De acuerdo con el último conteo oficial, que data del mes de junio, el 11% de los hogares franceses estaban afectados por los chinches de cama. El Ayuntamiento de París, una de las ciudades más densas de Europa, está especialmente preocupado por el alcance de este problema a menos de un año de la celebración de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos en el verano de 2024.

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