By Fotografía: archivo Vallarta Opina.
Eugenio Ortiz Carreño
Puerto Vallarta
El fin de semana pasado, el cierre de playas que ordenó como consecuencia del “semáforo rojo” en el que se encuentra el Estado de Nayarit el gobernador de ese estado, Antonio Echevarría, se hizo respetar, ya que elementos de policías municipales retiraron a los bañistas de sus palapas y sombrillas. Estas áreas han sido catalogadas por el mandatario como zons de alta incidencia de contagio.
La situación se registró con énfasis en las playas de Rincón de Guayabitos y Los Ayala, que recibieron un fuerte flujo de turistas nacionales, la mayoría de ellos procedentes de la ciudad de Guadalajara y otras ciudades de El Bajío, e incluso de la capital Tepic, por lo que hoteles y playas estaban con buena ocupación.
Sin embargo, por la disposición del gobernador se ordenó el desalojo de las playas tanto en Rincón de Guayabitos como en Los Ayala, lo cual causó una molestia mayúscula entre los visitantes. Es necesario aclarar que no solo se procedió a desalojar a los turistas, sino también los prestadores de servicios, quienes no aceptan la prohibición del gobernador de no abrir las playas.
Pese a la postura del gobernador en Nayarit, los visitantes y la población cada día inunda las playas, no solo en Rincón de Guayabitos y los Ayala, sino en Sayulita, en San Pancho, en Lo de Marcos, así como en Punta de Mita, Bucerías y la Cruz de Huanacaxtle. De hecho la única playa cerrada hasta el momento es la de Nuevo Vallarta, ya que en el club de playa hay vigilancia constante que impide el acceso a los bañistas.
Pero en muchos casos los paseantes que son retirados de las playas en Nayarit, deciden pasar a Puerto Vallarta, donde las playas están abiertas todo el tiempo y no se les impide el acceso.
Esta política del gobernador le ha traído como consecuencia un creciente rechazo de prestadores de servicios, quienes ven inconveniente e inadecuado el cierre de las playas, cuando nada ha comprobado que haya mayor número de contagios en los espacios públicos.
